Utilizada desde hace más de dos décadas en la creación de prototipos, se extiende al uso doméstico

La impresión en 3D revoluciona diseño y fabricación comercial

Un hombre trabaja en una oficina dotada con una de las primeras impresoras tridimensionales.
Las figurillas, las esculturas y los bustos autopersonales en donde se ven nítidamente los rasgos de la persona, incluso su sonrisa, son algunos de los objetos comerciales que más demanda está provocando la llegada de la fabricación con impresoras 3D a las ciudades y que está disparando el culto a la personalidad. Todo apunta a que esta revolucionaria técnica de fabricación sin humos ni moldes, terminará colonizando las calles, con el asentamiento en las ciudades de establecimientos comerciales abiertos al público para imprimir todo tipo de objetos en tres dimensiones.
Se trata de un tipo de fabricación que se usa desde hace más de dos décadas en la industria tradicional para prototipos, y que se está extendiendo a gran velocidad en el sector con una tecnología mucho más sofisticada, y ahora también en el comercial. La técnica toma de referencia la estereolitografía que no utiliza moldes de relleno como en la industria tradicional. Previo diseño por ordenador el objeto se conforma a partir de la superposición de finísimas capas de material (inferiores cada una de ellas al grosor de un pelo), y por eso, se conoce también la técnica como fabricación aditiva.

El requisito exigido al ciudadano para imprimirse un objeto en 3D es disponer del diseño de la pieza; si el cliente carece de conocimientos gráficos puede solicitarlo a algún experto o incluso bajarse el diseño desde alguna página en internet. El primer comercio de estas características en Estados Unidos se inauguró hace unos meses; en España, acaba de abrir sus puertas Sicnova, y en breve habrá una decena de establecimientos de este tipo en el país, según indicó su director, Mikel Arbeloa.


DEMANDA Y MATERIALES

Arbeloa explicó que, en su tienda, las figuras, estatuillas o bustos autopersonales en tres dimensiones son los objetos más demandados. En cuanto a los materiales utilizados son muy diversos: desde plásticos, hasta productos similares a cerámicas, resinas, etc.

'La gente se queda pegada al escaparate cuando ve cosas colgadas tan extraordinarias como la réplica en tres dimensiones del cartel oficial premiado este año en San Fermines', añadió. En el mercado pueden encontrarse ya impresoras en 3D con precios en el entorno de 2.000 euros para uso en oficina y hogar. Según Francisco Javier Ruiz, director de ingeniería y proyectos de Indago Innova, las funcionalidades en el hogar de este tipo de impresoras parecen más reservadas por ahora a caprichos y piezas personalizadas que a la fabricación en masa. Por ejemplo, para un jarrón personalizado, o un objeto familiar que se quiera reproducir para compartirlo, o unos muebles autodiseñados por un cliente imaginativo con habilidades en el diseño con ordenador. En el ámbito industrial, la impresión en 3D permite piezas hasta ahora imposibles de fabricar con los moldes más tradicionales. Según Ruiz, 'ahora se puede fabricar todo lo que se pueda imaginar y diseñar'.

A modo ilustrativo, Ruiz indicó que un prototipo de ratón de ordenador con impresión 3D tiene un coste aproximado de fabricación de 200 euros, mientras que el de un molde en la industria tradicional puede oscilar entre 30.000 y 40.000 euros.

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