El jade birmano: la peligrosa esperanza de los pobres para hacer fortuna

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photo_camera El pasado 21 de noviembre, un centenar de personas fallecieron en una explotación de jade en Birmania. (EFE)

Estos yacimientos atraen a miles de personas en busca de fortuna, a pesar del peligro de perecer aplastados bajo uno de los habituales aludes, como el del 21 de noviembre, que causó 114 muertos

Los yacimientos de jade en el norte de Birmania (Myanmar) atraen a miles de personas en busca de fortuna, a pesar del peligro de perecer aplastados bajo uno de los habituales aludes de desechos de tierra y piedras.

En las remotas zonas montañosas y selváticas del estado Kachin, en el norte birmano, se encuentran los mayores depósitos del mundo de jadeíta, un cotizado tipo de jade muy apreciado desde hace siglos en China.

En torno a las explotaciones, trabajadores irregulares buscan en condiciones precarias y, a menudo, peligrosas un fragmento de este silicato de magnesio y cal que les permita salir de la pobreza.

En la madrugada del 21 de noviembre pasado, una avalancha causó al menos 114 muertes y decenas de desaparecidos en un depósito de desechos junto a una mina de jade en Hpakant, una localidad situada en el corazón de los yacimientos de jadeíta en Kachin.

La catástrofe enterró a decenas de mineros artesanales, así como unas setenta chabolas levantadas en la falda del montículo de desechos de tierra y piedras.

La compañía responsable del depósito, Triple One Jade Mining, afirmó que no se podía responsabilizar del accidente porque los mineros trabajaban de forma irregular.

No es la primera tragedia de este tipo en Birmania, las autoridades locales estiman que los movimientos de tierra en los yacimientos de jade causaron 62 muertos en 2013 y 2014, según el diario Eleven Myanmar.

Richard Hughes, un gemólogo estadounidense conocedor de los yacimientos de jade y otras gemas en Birmania, señaló a Efe que la raíz del problema es la falta de medidas de seguridad.

"El problema es la falta de estándares de seguridad, pero esto ocurre tanto en una mina, como en la construcción de una casa o de una carretera... No hay que culpar al jade", afirmó Hughes, asiduo de Birmania desde hace tres décadas.

El gemólogo describió como una "pesadilla" la primera vez que visitó las minas de Hpakant a principios de los años 90 en Kachin, estado también conocido como la "Tierra del jade".

"Tardamos 3 días en recorrer 45 millas (72,4 kilómetros). Creo que utilizamos ocho o diez vehículos diferentes, incluidos elefantes, y la mayor parte del tiempo tuvimos que andar. Los caminos estaban en muy mal estado", relató.

"En los años 90, la minería se hacía a mano, pero en 2004 ya vi grandes excavadoras mecánicas y largas caravanas de camiones transportando el jade en carreteras", agregó el estadounidense.

La gran cantidad de prospecciones ha dejado el área en torno a Hpakant llena de cráteres, muchos de ellos con un lago formado en el centro, que son visibles desde las imágenes de satélite de Google.

"La sobreexplotación actual puede llevar a que el jade desaparezca en una generación", opinó Hugues.

Miles de birmanos acuden a estas minas en busca de fortuna, algunos trabajan legalmente para las compañías mineras y otros lo hacen de forma irregular.

Hpakant, situado a más de 1.100 kilómetros al norte de Rangún, la antigua capital, es conocida como "la pequeña Hong Kong" por su comercio de artículos de lujo alimentando el lucrativo tráfico de jade.

Es también un lugar en el que prolifera la prostitución y el abuso de drogas como el opio, la heroína o la metanfetamina, utilizadas a veces para afrontar las duras condiciones de trabajo.

Aunque las minas pertenecen al Gobierno, los yacimientos son explotados normalmente por empresas privadas locales, en muchos casos asociadas a firmas de China y Singapur.

El pasado octubre, la ONG Global Witness denunció que en el negocio del jade participan señores de la guerra, narcotraficantes y generales de la antigua junta militar, como el expresidente Than Shwe.

La ONG aseveró que el comercio de estas gemas está valorado en unos 31.000 millones de dólares (unos 27.800 millones de euros), la mitad del producto interior bruto birmano y más del doble de las estimaciones oficiales.

Para el gemólogo estadounidense, la cifra es "demasiado exagerada" porque el informe no tiene en cuenta el distinto valor del jade extraído en las minas.

A pesar de que la última junta militar cedió el poder a un Gobierno civil en 2011, el jade birmano continúa bajo las sanciones de Estados Unidos.

Sin embargo, sus efectos son parciales, ya que el mayor comprador de la jadeíta birmana es China, que se encuentra al margen de las sanciones a Birmania.

"El oro es valioso, el jade no tiene precio", dice un refrán chino que refleja la obsesión del Gigante asiático por esta gema.

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