Ni siquiera la amenaza de lluvia impidió el éxito de la fiesta gastronómica guardesa cuyo público desbordó las expectativas

Langostas contra la crisis

La carpa se quedó pequeña para acoger a las miles de personas que pasaron por A Guarda para degustar la langosta. Foto: marta brea
No tuvo consecuencias para la degustación gastronómica de A Guarda la amenaza de lluvia, e incluso la mínima agua caída pasadas las 13.30 horas que obligó a los restaurantes con terrazas, en unos casos, a retirar el servicio y en otros, a adoptar medidas que facilitasen el yantar al aire libre. Los mismos puestos artesanos también debieron protegerse, incluso alguno no dudó en retirarse, pero todo quedó en un farol de una climatología adversa que hasta pudo contribuir a crear ambiente y disuadir de irse a la playa.
Si hacemos caso de los datos facilitados por los restauradores que se dieron cita en la XIX Festa da Lagosta e da Cociña Mariñeira, animada por la mañana por el grupo de gaitas ‘A Boalleira’, el éxito de esta edición superó, ya no sólo a los resultados de pasadas ediciones, sinó, también, a las expectativas previstas para esta degustación que demuestra, al mismo tiempo, el esfuerzo realizado desde la institución municipal por divulgar la fiesta en diferentes escenarios y la campaña realizada apoyándose en los medios de comunicación. Los restauradores, por unanimidad, son concluyentes: estaban muy satisfechos de los resultados como lo demuestra que algunos de las existencias se agotasen tanto el sábado, como el domingo, a primeras horas de la tarde. Y todavía quedaba el cierre de la fiesta. Pero si dudásemos de la palabra de los restauradores, que no hay motivo para ello, nos queda la objetividad de la imagen: entre las 13.30 horas y las 16.00 horas, no había huecos y algunos tuvieron que ingeniárselas para habilitarse un espacio. El plato más caro, la reina de la fiesta, la langosta (18 euros media langosta; 25, la pieza completa), fue tentando paladares y fluía de los stands a la mesa sin timidez. La concejala de Turismo en el recinto de degustación desde primeras horas del domingo, pese a que fue también la última en dejarlo el sábado, se la veía con no menos optimismo que los restauradores. Atendiendo por momentos la Oficina de Turismo, explicaba el éxito, al margen del esfuerzo organizativo: la gente, con tanta crisis, necesitaba una vía de escape, un respiro a una situación de agobio que viene soportando desde hace tiempo.

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