Marius Mihai, un camarero rumano que habla gallego con acento de Lugo

De hecho, aprendió gallego en la mitad de tiempo que le llevó hablar bien castellano, y se ha mimetizado tanto con la ciudad, a la que llegó hace cuatro años por amor, que confiesa, en una entrevista con que le sería difícil imaginarse su vida en otro lugar sin poder comer jamón.

Pregunta.- ¿Qué te trajo a Santiago de Compostela?

Respuesta.- Llegué cuando conocí a mi pareja, ella vivía en Santiago, entonces nos vinimos para aquí. Es una ciudad muy bonita.

P.- ¿Qué es lo que más te llamó la atención?

R.- Me acuerdo ahora que estaban las calles todas empinadas, me había perdido varias veces y tenía que andar con el móvil sacando fotos a los nombres de las calles porque nunca me acordaba dónde vivía, varias veces me perdí (...). A mi me parecía muy grande pero después de una semana me di cuenta de que todo consistía en dar vueltas.


P.- ¿Cuándo llegaste?

R.- Llegué hace cuatro años, más o menos.

P.- ¿Hablabas ya español cuando llegaste a Santiago?

R.- Sí porque antes había vivido en Madrid y el castellano ya lo había aprendido más o menos.


P.- ¿Y el gallego?

R.- El gallego lo aprendí aquí.

P.- ¿Tardaste mucho en aprenderlo?

R.- Bueno, al tener una conexión también con el rumano pues quizá un año más o menos. Al ser un idioma neolatino tiene bastantes palabras que quizá se parece más al rumano que al castellano.

P.- ¿Cómo recuerdas tus inicios en Santiago?

R.- Muy bien, al principio andaba paseando mucho por las calles para conocerlo. Me acuerdo cuando estaba trabajando en Madrid y tomamos la decisión de venir a Galicia todos los compañeros me contaban que Santiago era muy bonito, todo el mundo me contaba de la catedral, por supuesto (...) que lo voy a pasar muy bien, que se come muy bien, iba todo ilusionado.

P.- ¿Qué imagen tenías antes de llegar a Santiago y cuál tienes ahora?

R.- No sabía mucho, quizá de los documentales que veía en televisión. Pero muy bien, es una zona muy tranquila. De vivir en Madrid casi dos años, no compares el ritmo de vida, el estrés, hay mucho menos ruido, menos coches, es mucho más tranquilo.

P.- ¿Serían estos los aspectos que consideras positivos de Santiago?

R.- Sí, la tranquilidad sobre todo, un ritmo de vida muy tranquilo.


P.- ¿Y los negativos?

R.- La verdad es que quizá poca cosa porque nunca me pasó nada malo.

P.- ¿Es muy diferente vivir en Rumanía que en Santiago?

R.- Sí, es bastante diferente. Quizá al principio no lo notas porque estás un poco confuso, pero al llevar cuatro o cinco años ya te das cuenta de que es distinto sobre todo (...) a nivel de trabajo. No es lo mismo trabajar allá que aquí. Primero por los sueldos. Yo trabajaba y con lo que ganaba apenas pagaba el piso. Ahora me puedo permitir bastantes cosas que antes no.

P.- ¿Qué te parece la comida aquí?

R.- La comida genial. No me imagino la vida sin la comida de aquí porque todo está muy rico, me acostumbré con las cosas de aquí. No me imagino ir a Rumanía y no comer jamón.

P.- ¿Qué es lo que no te gusta de la cultura española o gallega?

R.- Tendría que pensarlo mucho para encontrar algo. La verdad es que nunca me lo planteé.


P.- ¿Y de vivir en Santiago?

R.- Quizá la falta de transporte publico por la noche. Eso sería lo que más me molesta porque si llueve es imposible llegar a casa andando.

P.- ¿Convives con rumanos?

R.- Poca gente conozco.


P.- ¿Te sientes bien tratado?

R.- Siempre, además no he tenido ningún problema, nadie me dijo nada, de hecho la gente me confunde pensando que soy de aquí, sobre todo hablando gallego. Varias veces por el acento la gente me preguntaba: Tú me suenas de la parte de Lugo y no, en Lugo he estado tres o cuatro veces nada más.