La mexicana sor María Inés, beatificada por salvar a un bebé que se ahogó

La monja María Inés Teresa Arias del Santísimo Sacramento, fundadora de las congregaciones de las Misioneras Clarisas (1945) y de los Misioneros de Cristo por la Iglesia Universal (1979), se ha convertido hoy en la cuarta beata mexicana tras comprobarse un milagro por su intercesión.
El milagro reconocido por el Vaticano fue la recuperación milagrosa por su intercesión de un niño que se había ahogado en 2001.

Creada a mediados del siglo pasado la congregación de las misioneras, que se rige por el lema 'Oportet illum regnare' ('Urge Que Cristo Reine') y está presente en catorce países, fue el legado principal de esta monja nacida en Ixtlán del Río (Nayarit) el 7 de julio de 1904 y muerta el 22 de julio de 1981.

La monja (1904-1981) fue la quinta de ocho hermanos nacidos en el seno de una familia cristiana del oeste de México.

Fue bautizada como Emanuela de Jesús Arias de Espinosa y a los siete años recibió la primera comunión. Su vocación católica surgió en 1924, y cinco años después ingresó en el Monasterio del Ave María.

'Sonó el momento designado por la infinita misericordia, para transformarme, y no pude resistir. Sentía en mi alma que algo estaba cambiando en mi vida', llegó a decir de aquel momento.

Eran los años de la persecución religiosa derivada de la Guerra Cristera (1926-1929) y el monasterio se había trasladado hasta Los Ángeles (California, EE.UU.).

Conocida afectuosamente como 'Manuelita', la monja profesaría su fe el 12 de diciembre de 1930 y a partir de entonces pasó varias etapas de vida religiosa hasta emitir su profesión perpetua el 14 de diciembre de 1933 y convertirse en monja para toda su vida.

Su vida enclaustrada duraría hasta 1949. Cuatro años antes sor María Inés Teresa había recibido la noticia de que en Roma se había firmado la autorización para fundar las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento, una nueva congregación católica con un ideal contemplativo y apostólico que oficialmente nacería el 23 de agosto de 1945 en la ciudad de Cuernavaca, centro de México.

El 22 de junio de 1951 el Vaticano avaló la nueva orden religiosa de manera definitiva y ese mismo año las misioneras llegarían a Japón, un país sin tradición cristiana.

Posteriormente las monjas extenderían su acción evangélica por otros países de Asia y África, por Estados Unidos y varias naciones de Latinoamérica y Europa.

La congregación de las Misioneras Clarisas se afianzó aún más el 5 de enero de 1953, cuando la Santa Sede autorizó la formación de las Vanguardias Clarisas, un movimiento laico que se desarrollaría en paralelo a la orden religiosa.

Las misioneras se caracterizan por ser una congregación eucarística, mariana y misionera, que lleva una vida contemplativa-activa, y que tienen como base la adhesión a la voluntad divina, fuente de alegría, y como centro, a Jesucristo.

Las integrantes de la orden profesan los votos de castidad, pobreza y obediencia, y testimonian el amor fraterno 'siempre en un espíritu de comprensión y servicio, vividos en amor y paz, siendo la caridad lo que la impulsa a vivir ya no para sí, sino para toda alma necesitada'.

María Inés Teresa falleció en Roma, el 22 de julio de 1981, pocos meses después de haber sido recibida por el entonces papa Juan Pablo II (1920-2005) el 9 de diciembre de 1980.

El milagro que se le atribuye fue la recuperación del niño Francisco Javier Carrillo Guzmán, cuando con año y medio de vida cayó en la comunidad de El Rocío, en Jalisco, oeste de México, a una piscina, y se ahogó.

Tras ser dado por muerto por asfixia como consecuencia de una miocardiopatía hipóxica isquémica por los doctores que le atendieron, inexplicablemente se recuperaría sin ninguna secuela.

Este joven de doce años, 'Paquito', presentó la reliquia de la monja, un manojo de su cabello, en la ceremonia de beatificación celebrada hoy en la basílica de la Virgen de Guadalupe de Ciudad México por el cardenal italiano Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos.

La monja mexicana no dejó textos a sus compañeras de orden, pero sí una labor que permitió dejar creadas 36 casas de misioneras por 14 países del mundo, así como trabajos de misión por sacerdotes en en Sierra Leona y México.

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