Las multas no salvan a la pava

Momento en el que la pava es arrojada desde el campanario. (Foto: José Pedrosa)
La pava de Cazalilla (Jaén) volvió a ser lanzada el martes desde el campanario de la iglesia de Santa María de la Magdalena de este pueblo en su fiesta de San Blas, pese a la sanción económica de 2.001 euros que se puede imponer a la persona que la arroja.
Tras el lanzamiento un joven de Cazalilla fue el que consiguió atrapar a la pava, después de subirse junto a otros tres chicos al tejado de la iglesia, donde había caído el animal.

Después de atrapar al animal, el joven lo enseñó a todos los vecinos y en especial a los medios de comunicación para que comprobasen que no había sufrido daños y aseguró que la va a cuidar mejor que a cualquier otro animal.

La pava fue lanzada unos minutos antes de las seis de la tarde ante cientos de personas que abarrotaban la plaza de Cazalilla, pueblo jiennense de unos 850 habitantes.

En la plaza había también agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil para supervisar que el animal no sufría daños.

En abril de 2004, a instancias de la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales (ANPBA), la Delegación de Agricultura de la Junta de Andalucía en Jaén incoó un expediente sancionador contra el Ayuntamiento de Cazalilla por la conocida como ‘Fiesta de la pava’.

La denuncia fue interpuesta por considerar que esta fiesta vulneraba la Ley de Protección Animal de Andalucía, al utilizar indebidamente un animal en un espectáculo público.

Esta denuncia acabó con una multa de 2.000 euros para el consistorio, pero en 2005 la pava volvió a ser lanzada y la ANPBA interpuso nuevamente una denuncia administrativa que acabó siendo archivada, aunque se abrió un expediente contra el particular que lanzó el animal, lo que ocurre desde entonces.

En alguna ocasión el encargado de lanzar el animal lo ha hecho con la cara oculta y el año pasado fue una mujer la que fue multada, los vecinos del pueblo se hicieron cargo del pago de los 2.001 euros.

La pava es arrojada, atada por las patas, a una plaza abarrotada de público que todos los años por San Blas espera hacerse con el animal, un acto que conmemora el final de las disputas entre dos familias del pueblo.

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