Benedicto XVI criticó las 'multiformes máscaras de la mentira que se burlan de la verdad'

El Papa pide la desaparición del 'hombre viejo egoísta'

Un Cristo crucificado salió el viernes bajo una intensa lluvia en Perpignan (Francia). (Foto: G. HORCAJUELO)
El papa Benedicto XVI presidió el Viernes Santo en el Coliseo de Roma el Vía Crucis, en el que dijo que la cruz no es la señal de la victoria de la muerte, sino del amor e imploró a Cristo que haga morir en nosotros 'al hombre viejo ligado al egoísmo, al mal y al pecado'. 'Ilumina nuestro corazón, haz que muera en nosotros el hombre viejo ligado al egoísmo, al mal y al pecado. Haznos hombres nuevos, hombres y mujeres transformados', afirmó el Obispo de Roma al final del rito ante varias decenas de miles de personas que asistieron al Vía Crucis.
El Pontífice dijo que la noche del Viernes Santo era la de la cruz, el silencio y la muerte, pero que la cruz no es la señal de la victoria de la muerte, del pecado del mal, sino que es la señal luminosa del amor de Dios. El Obispo de Roma agregó que la cruz habla del amor supremo de Dios e invita a renovar la fe y nos dona una vida nueva, de esperanza.

Como en años anteriores, Benedicto XVI presidió el rito de rodillas desde la colina del Palatino, frente al Coliseo. El Papa Ratzinger, de 84 años, abrió el Vía Crucis con una plegaria en la que denunció las 'multiformes máscaras de la mentira que se burlan de la verdad y los halagos del éxito que sofocan la honestidad'.


FUEGO SAGRADO EN JERUSALÉN

Entre otras celebraciones por todo el mundo de la Semana Santa, la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén fue escenario ayer de la ceremonia del 'fuego sagrado', en la que miles de personas conmemoran la víspera de la Resurrección de Cristo. Como marca la tradición, Teófilos III, patriarca de la Iglesia Ortodoxa, la más numerosa de Tierra Santa, entró en la tumba, rezó una plegaria que los feligreses acompañaron cantando y recibió en una lámpara de aceite la 'llama sagrada' que 'desciende' del cielo.

En Sevilla, después de tres jornadas de intensa lluvia que impidieron a las hermandades que procesionan por las calles de la capital hispalense realizar estación de penitencia y contra todo pronóstico, la Hermandad de El Sol salió ayer por la parroquia de San Diego de Alcalá la Cruz de Guía de esta cofradía que por primera vez y después de dos años de procesión estrenaba capilla propia.

En Zamora, la Semana Santa finalizará hoy con el desfile de la Cofradía de la Santísima Resurrección, compuesta por más de un millar de hermanos.

Al otro lado del Atlántico, el fervor litúrgico y la multitud de nazarenos que hasta recorren las calles de Santa Cruz de Mompox, unido a la pervivencia de las tradiciones sevillanas, convierten la Semana Santa de este pueblo colonial en una de las más emblemáticas de Colombia. Esta pequeña localidad ubicada en una isla del río Magdalena, el más caudaloso del país, tiene como eje principal de su cultura la fe católica que se refleja en sus siete iglesias coloniales muy bien conservadas y en la majestuosidad de su Semana Santa.

La tradición también se vive de forma especial en la ciudad francesa de Perpignan, en los Pirineos, principalmente por su proximidad con España.

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