El heredero del Gran Ducado contrajo matrimonio con la aristócrata belga Stephanie de Lannoy

La realeza se cita en la boda de Guillermo de Luxemburgo

Lannoy y el príncipe Guillermo. (Foto: BALLESTEROS)
El príncipe heredero del Gran Ducado de Luxemburgo, Guillermo de Nassau y Borbón de Parma contrajo ayer matrimonio religioso con Stéphanie de Lannoy, en una ceremonia a la que asistieron miembros de la realeza de todo el mundo, entre ellos los Príncipes de Asturias.
Guillermo, de 30 años, y Stéphanie, perteneciente a una de las familias más aristocráticas de Bélgica, se dieron el sí quiero en la Catedral de Nuestra Señora de Luxemburgo, en una boda religiosa oficiada por el Arzobispo Jean-Claude Hollerich. La novia, de 28 años, entró a la catedral de la mano de su hermano mayor y heredero al título de Conde de Lannoy, Jehan, y nada más llegar al altar besó a su padre. Stéphanie optó por un vestido clásico de color champán, velo de 5 metros de seda tul y una tiara de 260 brillantes que pertenece a la familia de la novia y es obra de la firma Althenloh de Bruselas. El traje, del diseñador libanés Elie Saab, contaba con bordados en hilo de plata, de corte barco al frente, un gran escote en la espalda y manga larga francesa.

Guillermo, de uniforme militar, guiñó el ojo a 'su princesa' cuando llegó al altar por la misma alfombra roja que recorrieron sus padres, Enrique y María Teresa, Grandes Duques de Luxemburgo en su enlace en 1981.


LOS INVITADOS

Una de las invitadas que más se emocionaron con la ceremonia fue Paola de Bélgica, que no pudo contener las lágrimas ante la boda de la joven condesa belga, a la que considera prácticamente de la familia. Carolina de Mónaco, de Chanel, y Máxima de Holanda, con un espectacular tocado de obra del sombrero belga Fabienne Delvigne, fueron de las más elegantes de la boda, en la que no faltó ninguna pareja de herederos europeos a excepción de los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina.

Tras la ceremonia, los príncipes saludaron en el balcón de Palacio ante el clamor popular de los ciudadanos sellando su felicidad con hasta seis apasionados besos. El enlace costó 350.000 euros a las arcas del Gran Ducado.

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