Papeles del rock

Seguimos siendo hijos del rock &roll

Rosendo y Miguel Ríos, durante la actuación en el Wizink Center, interpretando “Maneras de vivir”.
photo_camera Rosendo y Miguel Ríos, durante la actuación en el Wizink Center, interpretando “Maneras de vivir”.
40 años después de “Rock&Ríos”, Miguel reunió a gran parte de la banda original del 82 y ésta respondió

Hace algo más de 40 años, en marzo de 1982, quien suscribe estas líneas, un adolescente estudiante de 1º B.U.P que ahorraba semana a semana para poder comprar la ansiada “entrada verde” del concierto que iban a dar los Rolling Stones en el Estadio Vicente Calderón de Madrid, devoraba revistas como Popular 1 o Vibraciones y machacaba día a día sus discos de AC/DC, Led Zeppelin, Rainbow y Iron Maiden, tuvo la fortuna de poder presenciar un concierto sumamente especial: la grabación en vivo en el Pabellón de deportes del barrio de Begoña en Madrid de un gran concierto que Miguel Ríos daría en dos sesiones, 4 y 5 de marzo, para celebrar sus 20 años en la música. Aquellos conciertos marcaron un antes y un después en la historia del rock español, el disco en directo “Rock & Ríos” fue uno de los impactos de ventas más grandes de aquel año en el mercado español y dio pie a una gira de conciertos que tuvo a Miguel todo aquel verano en la carretera e inspiró su siguiente álbum, “El rock de una noche de verano”.  Les confieso que nunca pensé que reviviría ese acontecimiento que tanto me impactó de chaval. El destino es caprichoso, a veces para bien, como en esta ocasión. 

Cuatro décadas después, la magia de aquellas dos noches volvió a la capital del estado. Desaparecido ya aquel pabellón donde jugaba el Real Madrid sus partidos de baloncesto, el ahora llamado Wizink Center fue el escenario donde se recreó aquel concierto, que siguió esencialmente la línea del primer “Rock & Ríos”, y que logró congregar a un numeroso y heterogéneo público. En su mayoría, todo hay que decirlo, mucha de la gente que estuvo o pudo haber estado en los shows de 1982 y que fue a darse un buen baño de nostalgia, aunque también mucha gente más joven y hasta familias enteras. 

Teniendo en cuenta que han pasado 40 años y que obviamente las fuerzas ya no son las mismas, en honor a la verdad hay que decir por supuesto y más allá de las colaboraciones y los invitados, Miguel reunió a gran parte la banda original del 82 y ésta respondió: el grupo sonó magníficamente, con energía, solidez y montando una base musical sobre la que el protagonista, Miguel Ríos, que se encuentra en un estado de forma excelente, ofreció un concierto que no defraudó en ningún momento, aunque a veces el ritmo de la parte intermedia fuera algo desigual y hasta en un momento determinado tuviera que parar para empezar de nuevo una canción en la que no había entrado bien.  Y hablando sobre la banda, emotivo y cálido homenaje a los dos músicos que estuvieron en el “Rock & Ríos” original y que por desgracia, ya no están entre nosotros: Paco Palacios, guitarrista y Sergio Castillo, batería. En cuanto a los demás, de lujo. Una vez más, inmenso Thijs Van Leer - ¡siempre entre mis favoritos del rock progresivo de los 70 aquellos sensacionales Focus que Thijs lideraba!- y un jovencísimo Luis Narea, batería que supo batirse bien el cobre ante músicos que le triplicaban la edad en bastantes años. 

A destacar entre los momentos más potentes de la noche inevitablemente el comienzo. Siempre que se apagan las luces en cualquier concierto, ese pellizco en el estómago es inevitable, pero cuando además empezaron a sonar los acordes de “Bienvenidos”… creo que no fui el único que por unos segundos cerró los ojos y viajó cuarenta años atrás, para volver a 2022 y ver en el escenario a un artista que es todo un patrimonio de nuestra cultura. “Santa Lucía” fue en los primeros compases del show otra de las más aplaudidas y suscitó momentos de gran emoción. 

La guitarra de Javier Vargas puso a “Un caballo llamado muerte” ese toque de elegancia, sentimiento y clase que le caracteriza, mientras que Carlos Tarque, cantante de M-Clan y otro gran guitarrista, Jorge Salán, pusieron las notas más duras, más rockeras del concierto en contraste con mi paisano Víctor Manuel, que atacó con Miguel “El blues del autobús”, canción de la que fue coautor. 

Divertida también “Nueva ola (neón de color rosa)” con Ani B.Sweet, aunque evidentemente el momento culminante llegó al final, cuando se recreó a modo de cierre aquel medley con temas históricos del rock español que en esta ocasión contó, con la excepción de Moris, con sus protagonistas reales: Johnny Burning haciendo el “Mueve tus caderas”, Tequila con “Rock&Roll en la plaza del pueblo” y aunque no estaba anunciado pero era un secreto a voces, Rosendo salió a hacer “Maneras de Vivir” de Leño tras la que posiblemente fue la ovación más estruendosa de la noche antes de que José Luis Jiménez y Lele Laína nos emocionaran una vez más con su “Mis amigos donde estarán” Y como en 1982, “Lúa, Lúa, Lúa”, puso el final a la fiesta. 

Dijo el propio Miguel en una nota de prensa unos días antes del concierto, hubiera sido absurdo intentar repetir “Rock & Ríos” tal y como fue en 1982. Lo que se pudo ver anoche en la capital fue un emotivo y sentido homenaje a aquellos años, a un tiempo en el que el rock formó parte de la banda sonora de todo un cambio social, cultural y político que nuestro país vivió y a unas canciones que han quedado en la historia de nuestra música como auténticos himnos. Mucho más que nostalgia, fue un tributo a nuestra historia, algo que siempre es necesario hacer cuando su legado tiene un valor como el de estas canciones.

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