La gran mayoría de los que beben lo hacen al precio más bajo posible aunque suponga peor calidad

Sube el consumo de alcohol adulterado entre los jóvenes

Dos jóvenes preparan una bebida durante la celebración de un botellón en la calle.
Los riesgos para la salud del consumo de alcohol ilegal, que asciende al 5% entre los jóvenes según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, es una preocupación secundaria para este colectivo: lo primero es el precio.
Ante la pregunta de si prefieren alcohol más barato aunque de mala calidad, la mayoría lo tienen claro y buscan un equilibrio entre el precio lo más bajo posible y una calidad que no sea excesivamente dañina para su salud.

Para que los jóvenes no dejen de consumir alcohol en las discotecas, muchos locales han pasado a ofrecer diferentes gamas con precios altos, medios o bajos, y aquí hay diversidad de opiniones. Aunque muchos jóvenes aseguran que 'siempre' preguntan por el precio de las copas, hay quienes prefieren pagar un coste 'un poco' más alto por una mejor calidad y otros apuestan por los precios bajos y 'acarrear las consecuencias' al día siguiente.

Quienes miran por su salud han optado por salir menos veces y beber alcohol de mejor calidad. Si le ofrecen diferentes calidades de alcohol, no son pocos los jóvenes que aseguran que el precio le importa, pero también le da fiabilidad conocer la marca que van a consumir, aunque admiten que una cosa es ver la botella con la pegatina de la marca, y otra muy diferente es que lleve realmente lo que dice. Al comprar bebidas lo más generalizado es adquirirlas en supermercados, pero también es frecuente acudir a comercios que están abiertos hasta muy tarde, como las 'tiendas de chinos', muy útiles cuando la idea de salir de fiesta no ha sido planeada.Muchos de estos jóvenes confían en que estas tiendas vendan alcohol legal y quitan importancia a que se puedan comprar fuera del horario permitido.


IRREGULARIDADES

Entre las irregularidades que denuncia el estudio figuran la manipulación de los precintos o el borrado de los códigos de control, dos técnicas 'bastante conocidas' entre los adolescentes.

Preguntados por si creen necesario un cambio en la regulación, que proteja más su salud, hay unanimidad: los jóvenes quieren beber sin tener que preocuparse en exceso por el daño que les hará el alcohol, especialmente al estómago.

Eso sí, también piden que no conlleve un aumento de precios que afecte a sus bolsillos porque los tiempos que corren y la ausencia de puestos de trabajo no les permiten muchas alegrías.

El estudio está realizado por el Instituto de Estudios Estratégicos (ThinkCom), adscrito a la Universidad Complutense y dirigido por el director de la Cátedra Comunicación y Salud, Ubaldo Cuesta.

El principal problema es, según comentó ayer Cuesta, esta práctica está produciendo un elevado fraude fiscal, una competencia desleal y un alto coste sanitario al Estado como consecuencia de las intoxicaciones que se producen con el consumo abusivo de estas bebidas.

Todo ello, advierte Cuesta, se agrava aún más si se tiene en cuenta que en España actualmente se consume 163 millones de litros de alcohol al año, lo que representa 1.600 millones de cubalibres, 50 millones de copas de licores fuertes y 155 millones de licores de fruta.

Además, el estudio también muestra que el 50% de la población reconoce haber consumido alcohol de alta graduación en el último año, y que más del 60% admite haber ingerido bebidas alcohólicas en el último mes. 'La crisis está generando un 'carpe diem', la idea de que no hay nada peligroso y esto deriva a que haya permisibilidad en estas prácticas. De hecho, el 40 por ciento de los jóvenes no percibe problemas éticos al comprar en sitios ilegales', dijo.

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