Uniformes escolares, aliados de padres en tiempo de crisis

photo_camera La directiva de Ceapa, concentrada frente al Ministerio de Educación (VÍCTOR LERENA)

La reutilización de estas prendas de vestir hace más llevadera a la economía familiar la vuelta al "cole"

Aunque podría pensarse lo contrario, los uniformes escolares, aquellos que aborrecen los alumnos y que les igualan estéticamente, suponen un aliado para que los padres no discutan con sus hijos por las mañanas y sorteen la crisis a base del trueque, la segunda mano y un menor desembolso en ropa. La apuesta por la reutilización y el reciclaje de las prendas que muchos colegios concertados y privados -cada vez también más los públicos- obligan a llevar a sus alumnos es precisamente uno de los principales consejos a seguir para que el desembolso en la vuelta al "cole" respecto a los uniformes no sea excesiva.

"Esa es una tónica imprescindible hoy para muchas familias", afirma el portavoz de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), David Hurtado, que apuesta por que los colegios, ya sea través de asociaciones de padres o similares, tengan sus propias bases de datos para el intercambio de uniformes. No obstante, Hurtado destaca la importancia de que los colegios "faciliten" a los padres la compra de las prendas necesarias para el curso y que no se restrinjan los lugares de compra a unas tiendas determinadas o a unas prendas fijas.

Por ejemplo, si el pantalón debe ser gris, su tono debería poder ser más o menos similar al oficial y poderse así comprar esa prenda en establecimientos más económicos al marcado por el centro, explica. Pero ello no es siempre factible, como sostiene Rosa Iglesias, madre de una alumna del colegio concertado Obispo Perelló de Madrid, centro que encarga los uniformes en dos tiendas específicas, donde se venden con el escudo o emblema.



“Lo más cómodo"

Rosa como estudiante "odiaba" el uniforme, pero como madre de una hija de cuarto de la ESO lo considera como "lo más cómodo": implica "no pensar" por la mañana qué se va a poner la niña, evita que los adolescentes entren "en la vorágine de las marcas" y es "un ahorro" porque tras el desembolso inicial las prendas pueden durar varios cursos. Cuenta con humor que las chicas hoy en día estrenan las faldas un poco largas, al siguiente curso las llevan a la altura adecuada y al tercero un poco cortas, "lo que más les gusta".

En los colegios públicos tampoco faltan los uniformes, como es el caso del Antonio Allué Morer de Valladolid, donde su directora, María Henar Rubio, los introdujo en 2007 tras votarse por mayoría y a petición de los propios padres. "Con la crisis el uniforme es una ventaja, más en nuestro caso, donde hay familias desfavorecidas. La labor principal del uniforme aquí es que no se vean las diferencias", señala. Incluso los niños "están encantados" con el uniforme (falda o pantalón gris, polo blanco y sudadera granate), según Rubio.

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