Viana do Castelo, capital de la música tecno europea por un día con el festival Neopop

Festival Neopop de Viana do Castelo.
photo_camera Festival Neopop de Viana do Castelo.
La ciudad portuguesa de Viana do Castelo fue la capital de la música tecno este fin de semana de agosto con la celebración del festival Neopop

La música techno mueve cada vez a más gente. El verano, época de festivales por excelencia, no iba a dejar pasar la nueva tendencia por alto. El techno no solo está de moda, sino que ha pasado a congregar miles de personas en festivales para vivir experiencias más allá de la música. Es el caso del Monegros, en Huesca, un macrofestival de 55.000 personas y 18 horas de música a todo trapo en medio del desierto. En Ourense hay varios pubs que ofertan este tipo de música, pero la oferta de ocio para jóvenes no es muy abundante. Por ello, cada vez más gallegos optan por pasarse por el país vecino a mediados de agosto para disfrutar de los mejores DJs de la escena mundial en el Neopop, en Viana do Castelo

El festival arranca el jueves, pero los asistentes empiezan a llenar el camping gratuito al lado del río a lo largo del miércoles. El propósito: coger el mejor sitio a la sombra para garantizar el descanso sin freírse dentro de la tienda al cierre del festival, sobre las 9 de la mañana (los primeros días). Desde que se montan las primeras tiendas, los altavoces portátiles empiezan a sonar para mentalizar a los vecinos de que aquí se viene a bailar. Los idiomas que se escuchan son variados (portugués, inglés, francés), pero el acento gallego predomina. Valentín Gondar y Francisco de Borja Rey, dos jóvenes de Vilagarcía de Arousa están en una mesa haciendo la previa junto a otros seis amigos con lo indispensable para lanzarse a la aventura: gafas de sol, ropa cómoda y tenis. Por delante, para los más fuertes, 10 horas de música electrónica europea ininterrumpida. Francisco asegura que lo que más le gusta del techno son “las sensaciones que generan los DJs con los cambios y cómo dirigen al público”. Es difícil explicar el sentimiento de euforia que genera el “drop”, es decir, cuando la música rompe tras un momento de tensión. Francisco es el amigo que repite experiencia, la mayoría de su grupo viene por primera vez pero piensan repetir. “El techno es un estilo de vida”. 

En el momento en el que se cruzan las puertas del festival los bombos hacen retumbar el pecho. El escenario principal tiene 15 bafles a cada lado, cuadrados colgantes hechos con luces y una pantalla con visuales para garantizar una experiencia inmersiva. En el secundario, el “antistage”, una carpa alargada funciona a modo de túnel. La tribu está preparada: Cadenas, trenzas y mucho color negro para sumergirse en el ambiente y dejarse llevar al ritmo del bajo. 

El viernes el techno siguió un estilo industrial, vertiente que tiene mucha fuerza en Europa, y se caracteriza por sonidos estridentes, pesados y sombríos. El dúo berlinés FJAAK fueron el plato fuerte de la noche, con sus características paradas antes de que rompa la canción. Aunque, siguiendo la vertiente, y jugando con los inicios de la electrónica, el madrileño Hector Oaks echó el cierre en la mañana del sábado con un equipo que le ayudaba a cambiar los vinilos entre ritmos de infarto. 

El sábado ellas fueron las protagonistas: La belga Charlotte de Witte y la rusa Nina Kravitz agotaron las entradas de día. En los sets ondean banderas de Colombia o Australia frente al escenario, que catapultaba a la audiencia ritmos pesados de estilo HardTech. Tiago Nunes es de Guimaraes, un municipio al sur de Braga, lleva viniendo desde la primera edición, hace 12 años. Asegura que Charlotte “fue una de las mejores actuaciones que he visto aquí, por no decir la mejor, era la única DJ de los que vienen que me faltaba por ver”. El sentimiento es bueno en general. Clara Fernández viene desde Foz con su amiga Uxía, están en la zona de descanso en la mañana del sábado: “Está super bien montado, en cuanto a organización y servicios. Hay muchos aseos, no hay que esperar colas. Hoy que ya es sábado había papel. No suele pasar en los festivales grandes y en toda Galicia no hay nada así”. Finalmente, los más valientes aguantaron hasta casi el mediodía del domingo. Despidiéndose de Viana do Castelo hasta el año que viene.

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