Videojockey gallegos apuestan por los espectáculos multimedia y salen de la noche

 (Foto: EFE)
Los videojockey (VJ) gallegos 'han salido del círculo vicioso de la noche' -los clubes, la música electrónica- y 'apuestan por los espectáculos multimedia', indicó Nela Quesada, una de las creadoras gallegas que destaca en esta disciplina del mundo de la imagen.
El VJ clásico, cuyo trabajo se caracterizaba por generar sesiones visuales mezclando en directo vídeos con música, habitualmente en discotecas, deja paso a nuevas formas híbridas en Galicia.

Actualmente se considera videojockey a una persona que ejecuta un espectáculo de vídeo en directo que a su vez se asocia a otra acción y en el que la edición creativa se realiza en tiempo real.

Estos nuevos profesionales prefieren colaborar con espectáculos de danza o teatro, como Isaac Cordal, que se encarga de 'los visuales' en los conciertos del músico gallego Xosé Manuel Budiño, o Nela Quesada, que realizó una sesión improvisada con la formación de músicos gallegos Ecléctica Ensemble, en Santiago de Compostela.

Nela Quesada prefirió centrarse en el trabajo con grupos de música como Maktubikan, que realiza música tribal, porque le permite ser 'parte del espectáculo' a través de sus imágenes, que guardan relación con la temática de las canciones.

En su trabajo se deja notar la influencia de sus estudios de cine experimental en Bruselas, pues consideró que sus propuestas son 'cine en directo' y que buscan la interactividad con los músicos.

Isaac Cordal destacó, en declaraciones a Efe, que en 'esta profesión hay un nivel alto de improvisación, lo que te permite adaptarte a cualquier estilo de música', desde el folk hasta la música electrónica.

Precisamente de la mano de la música electrónica nació esta profesión en la década de 1980, en la que los videojockeys mezclaban sus 'loops' o 'bucles de vídeo' al ritmo de la música mezclada por un disc-jockey.

Esta forma de expresión llegó a Galicia en 2001 con el proyecto Input Select, formado por Roi Fernández y Marcos Mosquera, los pioneros de esta profesión en la comunidad gallega.

Roi Fernández, conocido actualmente como 'Señor Pause', explicó a Efe que en sus comienzos 'no era fácil convencer a los propietarios de los locales para que pusieron una pantalla, costaba hacerles ver que era parte de la escenografía'.

Fernández recordó como la primera vez que pincharon en un 'garito sin cobrar', con música de todos los géneros, 'la gente te confundía con el técnico de luces o te pedían canciones, como si fueses el disc-jockey'.

El VJ 'The Chemical Orange', nombre artístico Luis González, optó por llevar siempre consigo una mano blanca en cuyos dedos descansa un iPod rosa. 'No quiere que me identifiquen como el dj, así que llevo este aparato que lanza la música y me centró en las imágenes', afirmó.

'Señor Pause' explicó que 'en una discoteca puedes llegar a estar nueve horas poniendo imágenes, por lo que llega un momento en el que el nivel creativo es complicado de mantener'.

Fue la necesidad de buscar 'otros lienzos' lo que impulsó a Luis González a realizar una vídeo-acción sobre el dorsal de una casa en San Pedro de Mezonzo, una calle de Santiago de Compostela, para 'dar a conocer' esta manifestación cultural.

Su 'performance' visual, 'INSIDE Live Act', fue seleccionada por la Fundación Caixa Galicia de Compostela para iniciar la exposición Roteiro 2008.

Los espectáculos de este videojockey se caracterizan por combinar figuras abstractas y colores, pues busca 'despertar la imaginación del espectador y que extraiga sus propias emociones de lo que ve'.

Sin embargo, 'Señor Pause' prefiere los contenidos identificables y crea sus propios vídeos a través de imágenes reales modificadas, en las que manipula los fragmentos que le interesan. 'Me gustan más las imágenes que ya tienen su carga narrativa, cambiarles esa narratividad, mezclándolas unas con otras', explicó.

Todos coinciden en señalar que para el gran público 'el videojockey no es una figura relevante', y que es necesario que pase un tiempo para lograr la consolidación de esta nueva forma de expresión cultural.

Luis González lo compara con lo ocurrido con los grafittis, que hace 20 años eran considerados vandalismo y ahora son una forma de decoración, por ello consideró que hay que 'explorar la estética y el medio antes de que exista esa consolidación'.

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