Viena pasea por las cloacas a los turistas en pos de 'El tercer hombre'

No sólo de impresionantes monumentos y hermosos parques vive el turismo de Viena. La capital austríaca ofrece también un paseo por su lado, literalmente, más profundo: las mismas alcantarillas por las que Orson Welles huía en la película 'El tercer hombre'.
Aunque una ruta por las cloacas no encaja en la idea que uno pueda tener a priori de conocer una ciudad, los amantes de la obra maestra de Carol Reed y quienes se interesen por la historia pueden descubrir que este sombrío y, por momentos, maloliente paseo merece la pena.

La visita, de unos 45 minutos, recorre apenas unos cientos de metros del entramado de 2.500 kilómetros de canales y tuberías que constituye el alcantarillado de la ciudad. La parte visitable es la que aparece al final de 'El tercer hombre', cuando el traficante de penicilina adulterada Harry Lime, encarnado por Welles, trata de huir de la Policía. Una escapada por unas cloacas que simbolizan la decadencia, la oscuridad y la degradación, física y moral, de la ciudad tras la Segunda Guerra Mundial. 'Harry Lime, que tiene a tanta gente en su conciencia, no puede caer más bajo que en las alcantarillas', cuenta Karin Höfler, responsable del museo dedicado a la película.

Aunque 'El tercer hombre' es el eje y la excusa de la vista a las alcantarillas, una bajada al subsuelo vienés sirve también para descubrir la antigua capital imperial desde otra perspectiva. Viena fue una de las primeras grandes urbes en disponer de un sistema de desagües moderno, con una regulación de caudales para evitar que las aguas fecales contaminaran las fuentes.. El acceso de los turistas a las alcantarillas es sólo posible, por motivos de seguridad y clima, entre los meses de mayo y octubre.

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