Científicos de Santiago trabajan con un equipo internacional para descubrir sus misterios

Comienza la era de los rayos cósmicos

Miembros del equipo de la Universidad de Santiago que trabaja  en el proyecto internacional.
Los expertos en astronomía conocían desde hace décadas de la existencia de los rayos cósmicos, las partículas de mayor energía del universo. Sabían como llegaban a la Tierra y, tras chocar con la atmósfera, generaban una lluvia de partículas de menor energía. Les seguían la pista desde 1938, pero desconocían su procedencia.
Un grupo de científicos de 17 países, entre los que está un equipo de la Universidad de Santiago, ha asociado las fuentes de estas partículas ultraenergéticas con los agujeros negros galácticos. Su descubrimiento, que ha ocupado la portada de la revista ’Science’, abre una nueva era astronómica.

A comienzos de siglo, cuando la radioactividad acababa de ser descubierta, eran demasiadas las incógnitas. Los expertos en la materia atribuían la acción a fuentes presentes en toda la corteza terrestre y los más aventurados intentaron alejarse de la superficie. El austriaco Victor Hess, en 1912, decidió subir en globo con un electroscopio, el instrumento que se usaba para medir la radiación. Llegó hasta los 5.300 metros de altura y comprobó cómo se producía un constante incremento de la ionización. Este descubrimiento, y las posteriores investigaciones relacionadas con los rayos cósmicos, le valieron a Hess para conseguir el Premio Nobel de Física en 1936.

El empeño de este científico, pese a no despertar gran interés entre los colegas de la época, estimuló el afán investigador del francés Pierre Auger, quien en 1938 descubrió que los rayos cósmicos, cuando se aproximaban a la Tierra, chocaban con la atmósfera y generaban una lluvia de partículas energéticas. Un observatorio argentino, que lleva el nombre de Pierre Auger, siguió tirando del hilo en las últimas décadas.

Cuatrocientos científicos, entre los que figura un equipo de Astrofísica de Partículas de la Universidad de Santiago de Compostela, lleva años intentando resolver uno de los mayores misterios del cosmos: la procedencia de los rayos cósmicos de altísima energía. ’Hemos asociado las fuentes de las partículas ultraenergéticas con los agujeros negros de galaxias situadas a unos 300 millones de años luz de distancia de la Tierra. La teoría apuntaba en esa dirección pero había que comprobarlo’, explica Enrique Zas, coordinador del grupo de investigación de la universidad compostelana. ’Es un descubrimiento importante -añade- porque permite describir una trayectoria asociada a una procedencia’.

Agujeros negros

Los misteriosos rayos cósmicos proceden de agujeros negros ’situados más cerca de lo previsto’, zonas de tal densidad que son capaces de acelerar partículas subatómicas a velocidades cercanas a la de la luz. Cuando chocan con la atmósfera terrestre desatan una cascada de partículas secundarias que se esparcen en una superficie próxima a los 40 kilómetros por hora. Es entonces cuando el observatorio Pierre Auger, ubicado en la región argentina de Mendoza, puede registrarlos gracias a sus 1.600 detectores distribuidos en tres mil kilómetros cuadrados.

El observatorio detectó en los últimos años 27 rayos cósmicos que pueden vincularse con una fuente certera de emisión. Casi todos apuntan hacia agujeros negros de galaxias cercanas, como Centaurus A, a 11 años luz de la Tierra. Pero todavía quedan muchas incógnitas. ’Muchísimas’, matiza Enrique Zas. ’Tenemos indicios de don de vienen; conocer la procedencia exacta de cada evento energético exige más tiempo y más investigaciones’, explica. Sigue sin conocerse cuál es el meca nismo que, en los núcleos galácticos activos, puede acelerar partículas a energías cien millones de veces mayor que el más poderoso acelerador terrestre. En cinco años, cuando los científicos cuenten con otra veintena de registros, podrían resolverse más incógnitas. La investigación no se detiene.

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