Respirar es vivir

El Hospital de Valdecilla tuvo la suerte hace 18 años de que dos médicos, Javier Ortega (cirujano torácico) y Felipe Zurbano (neumólogo), vieran posible convertir Valdecilla en uno de los siete centros de España en contar con un programa de trasplante de pulmón
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Javier tenía 35 años cuando un enfisema pulmonar comenzó a dificultar su vida, impidiéndole trabajar, caminar, e, incluso, hablar, pero la solución a su problema la encontró a unos kilómetros de su País Vasco natal con el programa de trasplante de pulmón del Hospital Valdecilla (Cantabria)

Javier tenía 35 años cuando un enfisema pulmonar comenzó a dificultar su vida, impidiéndole trabajar, caminar, e, incluso, hablar, pero la solución a su problema la encontró a unos kilómetros de su País Vasco natal con el programa de trasplante de pulmón del Hospital Valdecilla (Cantabria).

Este centro tuvo la suerte hace 18 años de que dos médicos, Javier Ortega (cirujano torácico) y Felipe Zurbano (neumólogo), vieran posible convertir Valdecilla en uno de los siete centros de España en contar con un programa de trasplante de pulmón. Su visión ha permitido a Javier y a unas 400 personas más seguir respirando para vivir.

En 2013 Valdecilla se convirtió en el segundo hospital con más trasplantes de pulmón en un año, 49, un número tras el que hay nombres como el de Javier, que reconoce a Efe que el cambio de sus pulmones hace "diez años, cuatro meses y catorce días" le supuso "el principio de una nueva vida".

Una vida que sigue de forma habitual su doctor y coordinador médico del programa de trasplante de pulmón de Valdecilla, José Manuel Cifrián, aunque con él, detrás de ese trabajo, hay otros cinco neumólogos, cinco cirujanos, anestesistas, intensivistas, fisioterapeutas, enfermeros, auxiliares y coordinadores de otros hospitales.

Porque trasplantar uno o los dos pulmones es, sobre todo, un trabajo de equipo, de un grupo de profesionales sanitarios (más de 50) entregados y sin horarios.

"Esta última semana hemos hecho dos trasplantes pulmonares, el jueves y el viernes. Y la noche del sábado hemos estado pendientes de otro, pero no se ha podido llevar a cabo porque el órgano donante no era el adecuado", explica Cifrián como resumen de lo que es el día a día de los miembros del programa de trasplante de pulmón.

El 90 por ciento de ese trabajo es para enfermos que llegan a Valdecilla de otras comunidades autónomas, sobre todo de Asturias, País Vasco, La Rioja y Castilla y León, donde, tras el trasplante, se controla el estado de salud del paciente, aunque éste siempre vuelva para su revisión a Cantabria, ya que allí está "la familia", asegura reiteradamente Javier.

El trasplante de pulmón es una de las intervenciones de cambio de órganos más complicadas, sobre todo por los problemas de supervivencia del paciente, aunque una mujer operada en Valdecilla cumpla en 2015 veinte años con nuevos pulmones, que le permiten llevar una vida sin oxígeno y sin problemas.

"La medicina no hace inmortales, alarga la vida", recuerda en este sentido Felipe Zurbano, responsable de que hoy Valdecilla sea uno de los hospitales españoles referencia en trasplante de pulmón.

En el último año más de 500 personas han sido valoradas para ser o no candidatas a esta intervención, que ahora cuenta con una lista de espera de unos seis meses, que siempre depende de los donantes, por lo que, a pesar de la concienciación que existe en las regiones del norte (con una media de 40 donantes por millón de habitantes), los médicos de Valdecilla insisten en pedir más implicación.

Roberto Mons, coordinador de los cirujanos torácicos que se encargan de esas intervenciones, señala que existen "alternativas" como la "asistolia controlada" (el trasplante de un donante con parada cardiaca irreversible), pero reitera la necesidad de la donación para que la lista de espera no se vaya engrosando.

Porque también Mons recuerda que la espera disminuye la posibilidad de supervivencia de un paciente que, llegado el momento, puede incluso renunciar al trasplante ante el riesgo que supone la intervención, y vivir lo que le queda con su familia.

"La calidad de vida es importante, pero lo más importante en un trasplante es que vivas, porque los que no viven tienen una calidad de vida cero", reconoce Felipe Zurbano, quien recuerda que ante un trasplante es el paciente el que siempre, en cualquier caso, decide. 

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