Sólo Valdeorras sacrifica más de 500 cerdos

Los ourensanos aprovechan el puente de la Constitución para realizar la matanza

Ramón Delgado ante uno de los tres cerdos que mató en su casa.
El “puente de la Constitución” fue elegido por cientos de familias de la provincia para realizar la matanza. Sólo en Valdeorras, en estos días serán sacrificados más de 500 cerdos, bajo la supervisión del Seprona.
Dos de los artículos más vendidos por las ferreterías de la provincia en las últimas semanas fue la pistola de clavo perforador y las cajas conteniendo sus balas. El comienzo del “puente de la Constitución” marcó el final de la vida de miles de cerdos en la provincia. Sólo en la comarca de Valdeorras, un veterinario estimaba que en el día de ayer eran sacrificados más de 500 animales.

Entre los cometidos de los agentes del Seprona está supervisar que se cumpla la normativa que exige el uso de la citada pistola perforadora, pero este seguimiento es cada vez menos necesario, ante la compra masiva del arma por las familias. Ahora, los únicos gritos que se escuchan por las calles los emiten los cerdos cuando son transportados.

Las nuevas normas sometieron a la tradicional figura del matachín a un proceso de “reconversión”. El cuchillo que antes clavaba en el animal para darle muerte ahora lo usa para abrirlo y extraer sus órganos. Ahora le da muerte alguien de la familia o bien el criador que le vendió el animal y después lo mata en casa para no tener que llevarlo al matadero.

El bajo precio de las pistolas de bala cautiva, que no alcanza los 100 euros, difundió su uso entre las familias. Cuando a este bajo coste se le suma el fácil manejo, su presencia en numerosos hogares de la provincia está asegurada.

Las numerosas matanzas realizadas durante el día de ayer obligaron a multiplicarse a los veterinarios, quienes debieron alargar la jornada laboral todo lo posible para atender la demanda.

Este colectivo es el principal responsable de la práctica desaparición de los casos de triquinosis en la provincia. Los análisis de la lengua o de los pilares del diafragma del cerdo dan normalmente un resultado negativo.


Una tradición condenada a desaparecer

La matanza del cerdo es casi como una fiesta en la casa de Ramón Delgado, en Córgomo (Vilamartín). Durante la mañana de ayer mataba tres grandes animales, que dejó colgados después de extraerlo los órganos. Prefiere ocuparse de su alimentación a comprarlos en una granja y para ello utiliza los productos de la huerta que rodea su casa. Es ésta una costumbre que, lamentablemente, está condenada a la desaparición en Valdeorras y en la provincia.

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