Preocupados, los vecinos de Rubiá escudriñaban ayer el cielo. Si hace menos de dos semanas el fuego arrasaba cientos de hectáreas de monte y destruía construcciones, este martes fueron el agua y el granizo de una fuerte tormenta los que arrastraron piedras, lodo y ceniza sobre los pueblos de A Veiga de Cascallá, Barrio y Castelo, llegando a cortar la carretera que los comunica.
En un primer momento, una máquina excavadora fue utilizada para despejar el tramo que presentaba más complicaciones para la circulación como consecuencia de las piedras caídas sobre la calzada. Su labor permitió que, sobre las 9,00 horas de ayer, un bombero del Grupo de Emerxencias Supramunicipal (GES) de O Barco, agentes de la Guardia Civil del puesto barquense y bomberos del parque rues del Consorcio Provincial de Emerxencias e Salvamento se desplazasen hasta el vial.
Como si los elementos se conjurasen contra estos pueblos de Rubiá, el agua y los arrastres afectaron a las conducciones y las cunetas de unos pueblos que comenzaban a recuperarse del efecto devastador del fuego. “Isto é un desastre!”, dijo el teniente de alcalde, Ignacio Doce Franco, con el trueno como sonido de fondo.