Entroido de Viana | Las comparsas se quedan

Después de varias décadas, un grupo de vecinos de Viana do Bolo decidió, en 2019, recuperar la tradición de las comparsas. Tras un año en blanco debido a la irrupción del covid, esta agrupación regresa en 2022 “para quedarse”. 

Las omparsas fueron durante décadas una tradición muy arraigada de Entroido en varias aldeas vianesas, pero con el paso del tiempo, estas agrupaciones acabaron por desaparecer. Fue en 2019 cuando varios vecinos de Pixeiros y Seoane pusieron todo su empeño en recuperarlas y más de 15 años después, la comparsa reconquistó las calles y “airas” de los pueblos vianeses. Tras dos ediciones, la irrupción del covid impidió nuevamente sus “rondas, brindis y disputas”, pero este 2022 volverán “para quedarse”. Será los sábados 19 y 26 de febrero,  y aunque su salida estará condicionada por la situación epidemiológica, una veintena de vecinos llevan meses dedicando su tiempo libre a preparar a la perfección su actuación. 

 

Amador Pérez: “As comparsas sempre foron a miña tradición. Cando se deixaron, para min non había Entroido”

Uno de ellos es Amador Pérez, responsable además de la reaparición de la comparsa hace tres años. Vecino de Pixeiros, asegura a sus 60 años que lleva un cuarto de siglo formando parte de ellas. La emoción se apodera de sus palabras recordando esta tradición “do tempo dos meus avós”, explica. 

Meses antes del Entroido la agrupación musical, formada antiguamente por tres gaitas, un clarinete, un tambor y un bombo, comienza sus ensayos acompañada por los actores. Eran y seguirán siendo cuatro los papeles principales, el director, la señorita, el payaso y el hombre de esquilas que, acompañados por otros protagonistas que varían en función de los años, se encargan de realizar una mágica actuación. 

Durante los días de Entroido, la comparsa se dirige a una aldea y allí el hombre de esquilas -conocido actualmente como boteiro- se adelantaba al grupo para “pedir el permiso” a los vecinos del lugar. Cuando estos aceptan la actuación, retorna junto a sus compañeros para indicarles que pueden poner sus máscaras y caretas para comenzar la primera de las tres partes con las que cuenta esta función. Los músicos comienzan con “la ronda” y recorren las calles de la aldea acompañados de los diferentes personajes que ejercerán sus cometidos durante el recorrido - la señorita bailará con el público, el payaso irá haciendo bromas…- Una vez finalizada “la ronda”, la agrupación se dirige a una “aira” amplia, -sitio llano, próximo a las casas de tierra firme en el que antiguamente se procedía a la malla del cereal- para continuar con el “brindis”. El papel del director será fundamental durante esta parte, ya que de manera improvisada dedicará, mediante versos, canciones a diferentes espectadores. Según cuenta Amador, antiguamente, aquellos con los que el director decidía “brindar” tenían la obligación de pagar unas pesetas a la agrupación. Finalizado el “brindis”, llega el momento de la “disputa”, una actuación teatral versada en la que los diferentes personajes tienen como objetivo hacer reír al público a través de la sátira, pero “sempre dende o respecto”, asegura Amador. Durante esta, se hace referencia a la actualidad política y social de la localidad, así como a anécdotas de diferentes vecinos que hayan sucedido en el último año.

Integrantes de la comparsa de Viana en el año 2019.

Integrantes de la comparsa en una aldea vianesa hace décadas.

Cena y fiesta

Aunque actualmente aquí se daría por finalizada la intervención de la comparsa, antaño los miembros de esta se quedaban a cenar en la aldea y la fiesta continuaba hasta bien entrada la noche bailando al son de la música. Los tiempos han cambiado y ahora es más sencillo hacerse con los diferentes trajes, pero en sus inicios las familias tenían que hacer un esfuerzo para confeccionarlos. Eran las mujeres las que cosían durante meses para vestir a los hombres que formaban parte de las comparsas. “Antes non había o que hai agora, o traxe do home de esquilas por exemplo, facíase co que había”, e incluso habas pintadas de colores substituían a las actuales cintas. 

La primera vez que Amador salió en una comparsa fue con tan solo 14 años, “salín vestido de señorita e levaba unha talla 34. Xa choveu.”, declara entre risas. Asegura que “a comparsa é a miña tradición. Cando se deixaron de facer para min xa non había Entroido”. Ahora quieren luchar para que no se vuelva a perder y para ello, han decidido crear un grupo mixto en el que hay edades diversas. “Eu quero ser vellico e decir: mira que salía eu na comparsa e agora aínda siguen salindo”, añade. Los últimos dos años él fue el director y asegura que disfrutó como hace dédacas, “a xente maior dos pobos emocionábase por volver a ver unha función. Non me daba a cabeza para tantos brindis, estaban como loucos”, explica. Ahora tiene claro que seguirá formando parte de ellas hasta que la salud se lo permita. 

La comparsa seguirá recorriendo las calles de las aldeas vianesas y los vecinos podrán disfrutar de una tradición que, aunque no se ha llevado a cabo durante décadas, siempre estuvo viva para aquellos que la heredaron de sus ancestros.

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