Cartas al director

¡Si yo tuviera escoba!...

“Fiestas y botellones: continúan las conductas incívicas en plena segunda ola del covid” (“El Español”, titular del 20.09.2020).

Y dentro de estas conductas incívicas, ha sido el mismo periódico en la que ha incurrido. Lo más deleznable ha sido la asistencia al evento organizado por el mismo por un centenar de comensales, entre los que figuraban ministros del Gobierno, destacados miembros de la oposición, la fiscal general del Estado, altos militares y la elite empresarial. A cuarenta y ocho horas de decretarse el estado de alarma, que al común de la gente se le verán restringidas su movilidad, las reuniones de más de cinco personas, siempre que sean convivientes, el uso obligatorio de las mascarillas, y guardar una distancia mínima de seguridad, nuestra clase política nos acaba de obsequiar que las normas sanitarias son para ella excluyentes.

Entre la clase política asistente se encontraba el propio ministro de Sanidad. Desde su ministerio se ha declarado que solamente estuvo una hora, y que siempre usó la mascarilla. Estuviese o no poco tiempo el hecho es que asistió a un evento multitudinario en pleno estado de alarma. Ni siquiera usó la expresión del Emérito Campechano: “Lo siento, no volverá a ocurrir”. Su actitud en estos momentos graves, la mejor disculpa sería que dimitiese de inmediato, así como también de aquellos compañeros de Gobierno asistentes y toda la demás ralea política, que nos piden sacrificios de los que ellos parecen tener bula. Mal ejemplo han escenificado. Las imágenes valen más que mil palabras. Sentados en mesas sin guardar las distancias, la mayor parte sin mascarillas, gozando del evento en el lujoso salón del Casino de Madrid, que, según parece, no está obligado a cumplir las normas sanitarias exigidas a otros restaurantes. Las imágenes visionadas son contrarias a lo manifestado por el señor Pedro J. Ramírez, anfitrión del evento, de que la ocupación fue de un 33% del aforo.

El periódico organizador de la gala con su fiesta ha demostrado una conducta incívica de la que tanto criticaba. Más incívicos son aquellos políticos, y, fundamentalmente, miembros del Gobierno que aceptaron asistir al encuentro, saltándose a la torera las medidas restrictivas impuestas a la ciudadanía. Una ciudadanía a la que se le impide reunirse a padres con hijos, abuelos con nietos, que no convivan en el mismo hogar. ¡Cuántos hijos que se han visto obligados a encontrar trabajo en otras provincias, comunidades autónomas, extranjero, y que no volverán a casa a celebrar las Navidades con sus progenitores!

Más que estamos en un estado de alarma, lo que sí está claro es que padecemos un estado alarmante de cinismo, insolidaridad, y desvergüenza, en el que son actores principales del elenco quienes dicen ser nuestros representantes. ¡Ah! ¡Si yo tuviera una escoba, cabreado como estoy, cuántas cosas barrería!