Cartas al director

Adenda a mi carta, y a tres horas, Zamora

Retomo  reflexiones, por creer necesario, que expuse en mi carta, que publicada fue por gentileza de la redacción del periódico. Terminaba, entonces, con la incompetencia de políticos, que la enmascaraban con vanas fantasías. Lo que ya no son fantasías son las retribuciones de los alcaldes: el de Ourense, 68.400,00 euros/año; el de Zamora, 35.000,00 /año (la misma que de su mandato anterior, y 25.000,00 euros menos que cobraba la alcaldesa del PP  en 2011). Si a estas cifras añadimos la retribución del teniente alcalde de Ourense, que actúa, prácticamente, como alcalde in pectore, de 58.400,00 euros/año, deberíamos exigirles a nuestros políticos municipales un compromiso ético en la resolución de los problemas que aquejan a la ciudad.

¿Para cuándo sabremos el remanente de tesorería y la cuantía de la deuda? ¿En qué se destinarían las inversiones financieramente sostenibles? ¿Se seguirá superando el plazo legal de 30 días de pago a proveedores, como hasta hora que se sitúa en 77 días? Obras son amores, y no buenas razones. Aclárense y aclárennoslo. O ¿continuará este concello en la cola del ranking de Dyntra (Dinamic Transpaency Index) incumpliendo el 47% de los indicadores de trasparencia municipal?  ¿Será que la transparencia no se hace visible debido a los vapores que exhalan las hirvientes aguas de las Burgas?

Si este es el cielo para Ourense que prometía este alcalde, aunque tuviese que pactar con el diablo, menester es recordarle que la puerta celestial solamente la franquean los muertos. Yo ansío una ciudad viva, que sea mi hogar público, como proclamaba aquel inolvidable alcalde e intelectual Tierno Galván. Un hogar público por el que pueda pasear, sin sortear excrementos de mascotas, sin el temor de ser atropellados por patinetes  o bicicletas que campean a sus anchas por aceras, pensadas, en principio, para la circulación de peatones. Que mi edificio en el que habito liberado esté de lamparones de meadas caninas. Que prime el hombre  y no el automóvil. Que prime sobre el automóvil privado, el autobús urbano con flota renovada y anticontaminante, y que dispongamos del adecuado parque del servicio público de taxis.

No me valen, señor Jácome, sus excusas de que sus incumplimientos electoralistas se deban al caos reinante con el que se encontró en el Concello. Llevaba usted cuatro años transitando con ocho ediles por dicho organismo. O no se enteraba cómo funcionaba, pese al uso de cámaras de su televisión privada, o, lo más probable, es que con su llegada llegó el caos. Como quiera que usted se manifiesta aficionado al atletismo, tome para sí una máxima en toda disciplina deportiva: “Los ganadores se ponen metas;  los perdedores, excusas”.