Cartas al director

Una isla por un puñado de dólares

“Detrás de cada nombre, detrás de cada conflicto, si se rasca un poco, aflora la codicia de las materias primas” 

(Juan Eslava Galán, eximio escritor contemporáneo).

Erase una vez, que Mr. Trump se encontraba ensimismado, al mismo tiempo que agitaba con su mano un “highball de bourbon con ginger ale”, en el que sus cubos de hielo renuentes eran a disolverse. Aquellos tintineos de hielos danzantes le despertaron de su abstracción. El hielo podría ser la solución a su guerra comercial con el coloso chino. A su fuerte incremento de aranceles a la importación de productos chinos, el gobierno chino había respondido suspender sus exportaciones de aquellas materias primas, que básicas en estado  puro se usan para el desarrollo de las tecnologías: en electrodomésticos, telefonía móvil, ordenadores, entre otros de alto valor tecnológico. Las llamadas tierras raras que contienen 17 elementos químicos de la tabla periódica. Materia prima de la que China es la mayor productora del mundo, y, por tanto, el país que más la exporta a nivel global, que se calcula que en un 86%.

Y pensó en aquella isla grande que asemejaba un inmenso cubo de hielo. La isla de Groenlandia, cubierta de nieve en casi un 80% de su territorio. Un territorio de más de dos millones y medio de kilómetros cuadrados de superficie, pero con una población de unos sesenta mil habitantes, dedicados a la pesca y a su exportación. Pese a esa escasa demografía, bajo su subsuelo de hielo, se encuentran ingentes cantidades de esas llamadas tierras raras, tan necesarias para el desarrollo industrial estadounidense. Y, también, al parecer, bajo sus aguas, enormes yacimientos de petróleo sin explotar. Más leña al fuego al medio ambiente.

Si en el pasado, Estados Unidos compró el territorio gélido de Alaska a Rusia, ¿qué le impediría pujar, ahora, por Groenlandia? El Reino de Dinamarca, a la que pertenece la isla, y a la que se le ha otorgado una amplia autonomía, la subsidia con unos 600 millones de dólares anuales. Para Mr. Trump es pecata minuta para incrementar el precio de compra. Al mismo tiempo, sus habitantes presentan la mayor tasa de suicidios en el mundo. Pueda ser un acicate para que aquella población reciba un puñado de dólares y, así, librarse de  aquellos inhóspitos parajes. Estarán soñando, ya como ciudadanos yanquis, con el dorado sol de California. Amén de asegurarse las tierras raras de Groenlandia, Mr. Trump, centinela del Destino Manifiesto, soñará en que se vislumbran los deseos del 27º presidente de EEUU, William H. Taf, cuando proclamara: “No estará lejos el día en que 3 banderas de barras y estrellas señalen tres sitios equidistantes la extensión de nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá, y la tercera en el Polo Sur”. Groenlandia limita al norte con el Círculo Polar Ártico.” ¡Ojo al dato!”, como decía en sus tiempos, el cronista José María García… ¡Horreur, mon amí!