Cartas al director

Vacunarse en Abu Dabi

“De los Borbones no podíamos esperar menos. Son inmunes a la vergüenza” (Jessica Albiach, diputada Parlament Cataluña, 02-03-2021).

Un suceso más del menosprecio de esta dinastía regia hacia los españoles. Las infantas Elena y Cristina visitaron a su padre en la capital de los Emiratos Árabes. Aprovecharon su estancia para vacunarse contra el covid-19. La espera para recibir la vacuna en España se les antojaba insoportable. Y ellas, de tan ilustre linaje, no iban hacer cola, como a la que está obligada el vasallaje. Su padre les recomendó que se dispusiesen a hacerlo allí, en Abu Dabi. Él lo había hecho y se encontraba mejor que con un par de castañuelas. La sanidad privada de aquel pequeño país supera con creces a la española, que está hecha unos zorros con estos perroflautas comunistas. Ya se sabe que la salud no tiene precio, y el que la arriesga es un necio. Para la familia Borbón el precio no es un problema. ¿Cuestión de ahorrar tacita a tacita?

Recibieron las dosis preceptivas. “Papichuli, o sea, fue super mega fuerte”, así se lo dijeron, ledas, al abrazarse a su padre. El progenitor no pudo evitar que se derramase una furtiva lágrima por sus mejillas enrojecidas por el sol, que no da tregua en la playa privada. En ese momento, surgió en su mente las letras de la canción “El emigrante” de Juanito Valderrama. Mas, fue un fugaz lapsus. Vista la alegría de sus hijas, le reconfortó el haber elegido como escondite a los Emiratos Árabes. Saben tratar con sumo confort, como se merece cualquier familia real. Y si pertenece a la rama Borbón de tarjetas crediticias opacas, eso le da un valor añadido. Y es que los jeques árabes aprecian como pocos el valor tangible de las cosas, sin importarles su origen. Han tenido escuela en la perforación del petróleo. Guardaban simpatía hacia el Emérito, por cuanto fue mediador en la exportación del crudo árabe a España, y en la construcción del AVE de Medina a La Meca, la ciudad santa a peregrinar como Alá dispone.

Que sigan menospreciando al pueblo español. Franco dijo en cierta ocasión que Gibraltar era una fruta madura que cualquier día había de caer. Hasta ahora tal fruta sigue sin madurar. La que sí ha madurada a punto de pudrirse, es la manzana borbónica. Nadie como ella alienta mi espíritu republicano. La Monarquía se está labrando a pulso su futura defenestración. Yo espero que sea más pronto que tarde, porque algo huele muy mal, y no precisamente en Dinamarca. Basta ya de lavarle los trapos sucios a esta Monarquía, tratada con genuflexión e incienso, manteniéndole una inviolabilidad desproporcionada y discriminatoria. El mejor servicio democrático que le puede hacer a la ciudadanía es hacer las maletas y marcharse, como lo hicieron en su día muchos de sus predecesores. Y que con su pan, que con tanto entusiasmo han afanado, felices se lo coman, sin necesidad de perdices.