Cartas al director

Cuando vemos la paja en el ojo ajeno

Evidentemente somos seres humanos dotados de una individualidad. Como se suele decir “a este mundo llegamos solos y nos vamos solos”. Pero igualmente somos por naturaleza seres sociales. Es decir, desde bien pequeños nos integramos con nuestros semejantes en sociedad. Así, nuestro devenir académico, lúdico y posteriormente profesional va marcando el camino por el que transcurren nuestras relaciones de amistad, compañeros, pareja, etc.

Y sucede que en múltiples ocasiones las relaciones son complicadas de por sí pero hoy día quizás nosotros las compliquemos en demasía. Y es que muchas veces nos ceñimos a tratar de analizar a los demás, a “diseccionarlos” para resaltar los múltiples defectos que poseen.

“Cuando vemos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el propio”, como reza el conocido dicho.

Y, curiosamente, topamos con gente que juzga comportamientos y otorga calificativos al prójimo sin mayor miramiento. “Eres un tacaño, eres un pusilánime, eres, eres y eres…”

¿En alguna ocasión cuando observo al otro me he parado a pensar: y si le doy la vuelta a la situación, y si miro lo que soy yo?

¿Y si analizo lo que he hecho durante el día?

Si buscara ser más empático, más comprensivo probablemente la sociedad cambiaría de rumbo. Las relaciones serían más estables y sinceras. Pero nos gusta ver “los defectos” de los demás para querer convencernos de que nosotros somos “mejores” (“yo no lo hago, yo no soy así”, me digo).

Y seguimos hiriendo a los demás sin mayor contemplación para alimentar nuestro ego, que crece y crece de manera desmesurada porque “yo rozo la perfección”.

Vamos a mirarnos al espejo con atención y a ver si algún día, al menos, vemos asomar la paja en el ojo propio ya que siempre vemos la viga en el ojo ajeno.