Cartas al director

Espíritu Navideño

Cada año comienza antes la Navidad: luces que inundan las calles y turrones apilados en los supermercados, sin que tan siquiera haya comenzado el mes de diciembre.

¿Qué es verdaderamente la esencia del espíritu navideño?

Parece ser que hoy día es poner el árbol más grande y las luces más llamativas. Dentro de esta acérrima competición por lograr el número uno hay demasiados intereses: económicos, principalmente. El vil metal que mueve el mundo. Calles atestadas, intransitables... toda una odisea ir a Vigo, aventura arriesgada, sin duda.

¿Eso es verdaderamente el espíritu navideño? Unos días en los que todos somos muy buenos, muy solidarios y todo se envuelve en un halo de felicidad. Es como vivir encima de una pompa de jabón, que en cualquier momento puede estallar.

Hay una parte de la población a la que no le gusta la Navidad porque le recuerda a personas que ya no están, tiempos de antaño que no volverán. Otra parte, dice conformarse porque es algo que inevitablemente hay que pasar. Y la gran mayoría (aparentemente) disfruta del bum de la Navidad. Comidas y cenas de empresa, compras de regalos, felicitaciones a gente que no has visto en todo el año y ni tan siquiera sabes de ella…

Es todo tan impostado que muchas veces es mejor no cuestionárselo.

Navidad es la sonrisa de un niño, la ilusión que brilla en sus ojos;

Navidad es la felicidad de un padre, esperando que su hijo regrese a casa;

Navidad es compartir con los que día a día forman parte de nuestro año;

Navidad también es gente que no tiene nada: ni niño, ni padre…, soledad.

Por ello, cada uno vive su Navidad, como puede, quiere y siente.

He ahí el espíritu navideño.