Cartas al director

Y la inclusión, ¿para cuándo?

28 de noviembre, 10,20 de la mañana en el Hospital Provincial de Ourense; consulta en neurología pediátrica. Dos años esperando por esta consulta, dos años esperando por un estudio genético de mi hijo de tres años, dos años esperando por una cita que me cancelaron tres veces porque estaban los neuropediatras de baja y esas plazas sin cubrir. 

Mi hijo, TEA, que no entiende de esperas, con fiebre y otitis aguda, esperando cuando tiene atención preferente para ser atendido. Mi pareja que lo acompaña tiene que escuchar como una de las “profesionales” que quiero pensar tendría un mal día, duda de que no tiene atención preferente porque no aparece nada de TEA en un ordenador, cuando fue en esa misma consulta donde vimos por primera vez escrita la palabra TEA. Después de esperar una hora durante la cual a mi hijo le sube la fiebre, la profesional alega que no puede ver a mi hijo porque está enfermo, que así “no vale para nada”… ¿perdona? ¿Me tomo la molestia de llevar a mi hijo a tu consulta, por la que llevo dos años esperando y me dices que vuelva en doce días porque mi hijo así “no vale para nada”? Sí, hubiera sido mejor cancelarla y tener que esperar otros dos años para tener una cita, ¿verdad?

 Me parece una vergüenza que el Sergas no cubra las bajas de sus profesionales, pero lo que más me duele es que dos profesionales que trabajan con niños traten a mi hijo como un número, un número de citas que no tiene derecho a ser mirado porque está enfermo, que ni lo hayan intentado, y que duden de una condición por no llevar con él un papel que lo identifique con la condición que tiene… ¿pero estamos locos? ¿Voy a mentir en cuanto algo tan serio solo para que lo atiendan antes? Igual si dejaran de estar de charlas por los pasillos y se informaran más de los tipos de niños que acuden a sus consultas y cómo tratarlos, veríamos más inclusión en estos servicios profesionales… no es la primera vez y sé que no será la última, que desconfían de que digamos la verdad de que nuestro hijo es TEA, de que algunas personas no sepan cómo tratarlo, o de que simplemente se dé esta información para que la consulta sea lo más llevadera posible y hacen caso omiso. 

También es verdad que nos hemos cruzado con muy buenos profesionales, pero al final que en estos servicios todavía quede gente anclada en el siglo pasado, desactualizada, o simplemente con cero empatía, hace que la fama se la ganen estos casos dignos de estudio.