Sé que no resulta sencillo pasar página tras toda una vida dedicada al servicio a los demás como es el caso del doctor Raimundo Gulín González.
Han sido décadas de generoso esfuerzo, de entrega, de largas noches sin dormir con la esperanza del “milagro” de la recuperación de un paciente.
Años en los que no ha habida tregua, años realmente difíciles, años en los que cada instante era vital, años con un trato exquisito y amable con sus pacientes y la satisfacción de sentirse querido allá donde vaya; eso, doctor, compensa todos y cada uno de los esfuerzos realizados.
Muchas veces, tal vez demasiadas, la figura del médico ha sido incomprendida y otras minusvalorada pero al final del camino, cuando echas la vista atrás, podrá ver querido doctor cientos… miles de manos tendidas, sonrisas y gestos de agradecimiento y reconocimiento porque ha dejado su sello personal en cada una de esas personas, porque en cierto modo han sido su “familia”
Sé que para el doctor Gulín un paciente no es una cartilla más en su agenda, todo lo contrario, cada uno es un cúmulo de recuerdos, emociones, miedos, dudas, certezas, penas y alegrías. Ahí es cuando surge la figura amable y esa palabra oportuna y sincera de ánimo, tranquilizadora cuando las cosas parecen oscuras y terribles, esa palabra que llega siempre a tiempo y acaricia el corazón del paciente y muchas veces “sana”
Doctor Raimundo, gracias por tu paciencia, por escuchar siempre, por tu esfuerzo diario, por tu compromiso, por tu sensibilidad con el que sufre, por tu responsabilidad.
Has dedicado tu vida al cuidado de los demás. No eres un médico “famoso” pero has sido y eres un compañero de cabecera excepcional en los momentos más duros. Has sido abnegado esposo, padre, abuelo y ahora llega el premio a todos esos años de dedicación.
No te retiras porque un médico como tú nunca dice adiós a esa sagrada profesión de ayudar a los demás.
Por eso querido doctor, gracias por todos estos años, por tu cercanía y tu trato humano.
