Cartas al director

Días para el recuerdo

Hay días en que uno se levanta de buen levantar. Mismo da gusto madrugar. Y aunque sea más noche que día, parece que un sol radiante lo invade todo, espíritu y ánimo incluido.  La pena es que días como este sean muy pocos a lo largo de todo el año. Normalmente suelen traer aconteceres agradables y cuando uno ya se da cuenta, ¡plas!, ya es noche cerrada. Las horas se pasaron en un plis y nada aburridas.

A mí ayer me pasó algo de todo eso. También era horas, pues tiempo hacía que no disfrutaba tanto. Lo malo es que un día no es mucho tiempo para todo un año, que digamos, por decir algo.

La puerta del garaje, una llave y cuatro pasadores, estaba abierta de par en par, dentro un usuario cambiaba una rueda. La quiosquera me dio las gracias dos o tres veces seguidas, e incluso le noté cierta duda si cobrarme o no, por recetarle que comprase los callos en tal restaurante de nombre moro, después de recorrer todos los del pueblo. Los mejores en muchos años. Adepta para siempre a dicha cocina. Tendré que mirar lo de las comisiones.

Al primer café con churros me invitó un amigo recién emigrante. Los artículos del periódico eran una auténtica gozada. Los crucigramas, a la primera.

Que hoy, precisamente hoy, sin darme cuenta, con la correspondencia me llegase una felicitación de la entidad bancaria anunciándome el último pago de la hipoteca del piso, tampoco es moco de pavo.

Que la comida fuera una sorpresa del cumpleaños de una cuñada que se marchaba de vuelta a Europa mañana mismo, ídem de lo mismo. Que los números de la bonoloto –nunca paso de tres- acerté dos de cuatro y un reintegro, casi 400 euros, ya no te digo.

Que a la pandilla del tute y del dominó los mandáramos a Noia ya era más normal. 

Me repito, días como el de ayer me hacían mucha, pero que mucha falta. Sobre todo a mis años. Pero aún no acabó ahí la cosa. No. Que hoy, mi mujer, a la que tenía un poco abandonada, se levantase toda alegre y contenta cantando, llamándome repetidamente “machote”  tampoco es que sea casual.  No, que va. Ya digo, es una pena que disfrutemos de tan pocos días así, pero cuando tocan, verdad es que son una gozada.