Cartas al director

Salvar el clima

El hecho de sentirnos mejor con nosotros mismos, física y mentalmente implica opcionalmente el poder pasar más tiempo en contacto con la naturaleza. Puede preocuparnos el cambio climático y al mismo tiempo disfrutar en diferente grado de la naturaleza, con la familia o los amigos. Ambas acciones no son excluyentes ante una crisis que habremos de utilizar jugando siempre a nuestro favor.

Somos conscientes de que la crisis climática cuenta con una fuerte sensibilización (65% de la población); con solo un 20% dispuesto a cambiar sus rutinas si esto implica reducir gastos. En este sentido hay un factor que parece interesante y nos puede aportar unas oportunidades ignoradas. Aunque es cierto que no podemos cambiar la climatología del planeta, sí podemos al menos aprovechar la crisis en nuestro beneficio. Y todo ello en base a convertir esa crisis en una oportunidad: como es invertir en miles de empleos verdes, ayudando a la población más joven a poner fin a una economía de ayudas sociales y bajos salarios. A romper en definitiva el ciclo de pobreza, con aportes a vivienda asequible, los bajos salarios y la propia crisis climática.

Como cuestiones sociales y medioambientales que se ven así entrelazadas. Es interesante saber que, aunque nos enfrentamos al cambio climático hay decenas de cuestiones que deben ocupar nuestro tiempo. Y es obvio que estamos involucrados en la calidad de esas vidas marcadas por la injusticia social, por las personas sin hogar, la pobreza; el racismo, la homofobia u otras cuestiones.

Hablar sobre lo que debería preocuparnos en los años próximos implica centrarnos en el bienestar de las generaciones futuras. Y eso hace que el clima sea un hecho central en los esfuerzos combinados por abordar esas otras preocupaciones.

La convergencia de estos esfuerzos debe serlo en una línea que exige un cambio de mentalidad sobre todo: que siempre lo será de dentro afuera y nunca al revés.