Cartas al director

Conversaciones en Outariz

“La cosa más incomprensible sobre el mundo es que sea comprensible” (A. Einstein).


Hoy, entre chubasco y chubasco, salió el sol por un rato. Además, me encontraba cansado por esfuerzos que, con los años de jubilado encima de los hombros, y eso pedían un relax. Elementos suficientes para tomar una decisión, la de acercarme a la poza de Outariz y disfrutar del agua calentita y acogedora, y, por qué no, de la gente.

Tomé la ducha de rigor y me decidí a confundirme con las reconfortantes aguas, cuando el encargado estaba introduciendo el termómetro en el agua para confirmarnos los 40 grados de rigor. Siguiendo un cierto instinto localista, me fui a sentar en mi rincón preferido, cerca del chorro de agua caliente de alimentación de la poza. Esta vez tuve más suerte, pues el grupo de “sabios” charlaba en la parte opuesta y no podía seguir su conversación, solo algún ¡carallo! que otro, término gallego equivalente a aquel otro latino de los teólogos medievales, el “ergo” (en conclusión).

Pero no hay mal que por bien no venga. Pronto se situaron, no lejos de mí, un grupito de tres jóvenes. Uno, que prácticamente no hablaba, y que me pareció portugués por aquellas pronunciaciones oscuras y precipitadas del final de las palabras acabadas en “ese”. Las otras dos eran chicas jóvenes, tal vez con carrera universitaria media en educación o enfermería -donde suelen ser mayoría-, y con postín de haber viajado por el mundo. Logré seguir casi enteramente tres temas que tocaron las dos féminas y que el tercero escuchaba callado. Trataré de transcribir someramente lo que recuerdo.

-El corte de digestión es solo algo cultural. 

Parece ser, según la joven interlocutora, que todos los desastres del temido corte de digestión provienen de situaciones psicológicas negativas. Al menos, eso fue lo que traté de entender yo.

-En Corea, existe la “muerte del ventilador”. 

La única conclusión que saqué de interloquio es que no se puede dormir con el ventilador encendido.

-El síntoma “sol térmico” puede llegar a producir la muerte. 

Ahí, ya tuve que poner punto y aparte. Me tocaba darme una turné por la poza fría, como aconsejan los entendidos en termalismo, y, al volver a mis sitio inicial, ya no estaba el trío.

Siento pereza por ir a buscar a Google estos tres temas de conversación. Por eso, si alguno quiere echarme una mano para aclararme sobre ello –y tal vez presumir un poco en mi próxima visita a la poza-, les quedaría eternamente agradecido. Porque supongo que Einstein tenía razón, al decir que el mudo sí es comprensible.