Cartas al director

Hola mamá

Hace ya diez años que te fuiste y parece que fue ayer, diez años de mucho dolor, diez años de mucha felicidad y amor, diez años diferentes.

Donde estés, sé que estás feliz, descansas con el amor de tu vida, con quien mejor te ha entendido, quien te ha sabido querer como tú te merecías, quien era como tú. El abuelo.

Contigo se fue la bondad sin miramientos, la inteligencia en silencio, la cultura sin fin, la humildad con clase, la belleza, la empatía, la cordura. Contigo se fue el optimismo desmedido. Era todo fácil, una vida de cuento en la que las páginas que no interesaban no se leían, siempre había parte buena en todo, la mala no existía.

Gracias mamá, soy como soy por ti, fuerte, no, muy fuerte, optimista patológica y… me conformo con un pellizco más de tu ser. Extraño tu manera de ser admirada por muchos y envidiada por otros, diez años dan para mucho, te extrañé, te extraño, te odié, te amé, te volví a odiar, te entendí, te entiendo, te amo y… llegó la paz. A mi vida llegó el amor infinito, con tus ojos para ver el mundo a tu manera, inquieto, inteligente, me pregunta, respondo, no se conforma, me gusta. Una pena que no te sepa extrañar, mira como tú, aunque no te conoció, pero es un alivio tener un dolor menos. Extraña al abuelo, a su abuelo, bisabuelo, a mi abuelo, con todo su corazón y sus fuerzas, se conforma y se calma como corresponde en un niño, lo quiso y lo quiere. Los dos eran “un reflejo de como soy de pequeño y cómo seré de mayor”, ojalá, único. 

Quien te acompaña desde hace más de tres años, me enseñó a perdonar, a perdonarte por irte tan pronto y a entender la vida. Me hizo mejor hija, mejor madre, mejor mujer, mejor persona. Tenía ese don, único en los mejores seres.

Gracias mamá, gracias abuelo. Un lujo teneros. Cuidaos.