Cartas al director

Son como niños con mucho poder

Desde que el mundo está tan hípercomunicado van en serie los despropósitos de una larga lista de dirigentes políticos amparados por el populacho tocan teclas y tiran de algunos hilos que acaban desestabilizando gran parte de este frágil campo económico y cada vez más globalizado mundo del que dependemos todos cada vez más.

Y es que son como niños, niños con muchas deficiencias de las más elementales para ser un digno líder de masas a nivel mundial, unos más que otros, pero está claro que ellos tienen una gran dependencia de la fama que les mantiene vivo el ego personal dejando en segundo plano las consecuencias acarreadas por sus negligencias y arrebatos.

Se sienten bien con el halo que reciben de su mal ganada fama, viven en gran medida rebozándose en el morbo emanado del daño creado a cuanta más gente mejor.

Estos personajes antaño tenían muy limitados sus dominios mediáticos, casi como unos simples jefes de tribu, pero se han aprovechado, y bien, de las llamadas redes sociales que les dieron alas, y ese “virus” se extiende de oriente a occidente pasando por cualquier esquina del globo allá donde sus decisiones puedan tener el eco mundial que le dé el aliento y el alimento buscado. Y el caso es que el emerger de estos indeseados personajes ocurre en demasiadas veces por las cuatro caras del globo

Sea porque disponen de reservas energéticas o bien por tener arsenales de armas que pueden hacer mucho daño a quien se les antoje, con el baño de esas multitudes que ellos se encargan de alimentar tienen en jaque constante a medio mundo.

Los hay también que teniendo una vida bien acomodada y escudándose en redentores de sus pueblos también la arman buena, pero a esos se les ve claro el plumero, su interés es hacerse un hueco en la historia. Vanidosos en extremo.

Viéndolos con frialdad se puede pensar que la mayoría de ellos en su interior padecen alguna frustración física o emocional y la canalizan en su vida pública. No se ocupan de reflexionar sobre lo que le convendría a su pueblo, ni de enseñarles que sepan diferenciar lo útil de lo que solo les da el placer de recibir baños de multitud, multitud que si tienen bien adiestrada a su medida. Son como niños mal criados con juguetes muy peligrosos. Y esos “juguetes” no dudan en blandirlos cara al mundo con tal de vivir sus minutos de gloria, que pequeños son. Con solo ver la muestra de Ucrania es para echarse a llorar. Es que en un arrebato pueden cargarse el mundo.

Ahora el señor Putin, ya con la senilidad en la chepa, amenazando sus partes nobles está cada vez más dependiente de su ego y nos amenaza con la tercera guerra mundial, pues vaya que se ha creado una solución para pasar a la historia de este mundo tan necesitado de líderes con soluciones diametralmente opuestas. Y lo anotará como un éxito, pobre hombre, menuda valentía. Mi particular reflexión es que los gobernantes no son técnicos, solo son políticos.