Cartas al director

La aventura de la democracia

 La democracia no se hereda, es una aventura con momentos brillantes y oscuros. Se caracteriza no sólo por cómo se instituye el poder y por la finalidad de su acción, sino también por cómo se ejerce. En este caso la palabra clave es pluralismo, ya que se considera que no deben confiarse todos los poderes, por legítimos que sean, a las mismas personas, ni deben concentrarse en las mismas instituciones.

Los peligros inherentes a la idea de democracia débil proceden del hecho de aislar y favorecer uno de sus elementos. El pueblo, la libertad ilimitada y el progreso son elementos constitutivos del sistema democrático, pero si uno de ellos rompe sus vínculos con los demás, escapa a todo intento de limitación y se erige en principio único, esos elementos se convierten en peligros: populismo, ultraliberalismo, mesianismo, neofascismo, los enemigos íntimos de la democracia desarrollada.

Los hombres y las mujeres suelen cegarse respecto de sí mismos. No controlan la realidad social. Son presa de pulsiones que no saben controlar. Desde siempre hemos visto que todo hombre o mujer con poder tiende a abusar de él. Esta tentación omnipresente conlleva el peligro de confiar de forma total en sí mismo y olvidarse de los “otros”. Recurren para ello a caminos tortuosos.