Cartas al director

Obituario | En Memoria de Felipe Arias Cuervo

De los tiempos de estudiante de bachillerato guardo en mi memoria, en ese lugar donde se guardan los momentos inolvidables, una conferencia sobre la evolución de las especies que exponía mi profesor de Biología en el instituto de Carballiño, don Felipe.

Dos horas de  apasionante viaje por la historia de la vida que comenzaba hace 15.000 millones de años con un núcleo de energía que hervía a una temperatura inimaginable, explotaba y se expandía en todas direcciones: el Big Bang. Don Felipe, el biólogo, en su desarrollo fundamentó y vinculó aquella tremenda explosión y un Universo en expansión con los simios homínidos; para en un empuje final exponer que la humanidad existe por un complicadísimo mecanismo natural que es la evolución de las especies.

En la primera fila de abarrotado Salón de Plenos del Ayuntamiento de Carballiño, estaba un nutrido elenco de personas con otras creencias cuya confesión religiosa defendía el creacionismo como fundamento de toda forma de vida, ese diseño inteligente que sólo acepta  que la intervención de una existencia superior puede estar detrás de todo esto.

Ocurrió  que una de ellas personas levantó la mano y preguntó: " ¿Por qué no deja usted  lugar para la Fe?.

Entonces Don Felipe, volviendo una tras otra las diapositivas hacía atrás volvió al principio, colocando en pantalla aquella en que un dibujo recreaba el núcleo de energía hirviendo,  le contestó: " ¿Usted recuerda que dije que todo comenzó aquí, a temperaturas de un trillón de grados ? Le juro que hay que tener Fe para creerlo, por esas temperatura nadie puede demostrar que existan.

Lo que no recuerdo es si mi profunda admiración por Don Felipe nació en ese momento o montando los esqueletos de aves, descarnando una culebra bastarda o planificando una exposición sobre fauna. 

En lo que no tengo ninguna duda es que me enseñó a respetar a los seres vivos aún en sus forma más primitivas, que por tenue e insignificante que puedan parecer son el resultado de un esfuerzo colosal de la Naturaleza. Me enseño que la vida es sólo un accidente y la muerte un destino. Gracias profesor;  hasta siempre amigo.