Cartas al director

Los adolescentes y la Carreira do San Martiño

La carrera de San Martiño es un evento esperado por todos los ourensanos, participemos o no en ella. Porque no se trata sólo de una carrera como tal, sino que es un símbolo de nuestra ciudad, en la que todos -ya sea como espectadores, acompañantes o corredores- nos volcamos. Más allá de los diez quilómetros que se deben cumplir, es imprescindible reseñar el ambiente que reina en tal fecha en Ourense, el cual se extiende por todas nuestras calles. Sin embargo, a pesar de todo ello, hoy me veo obligada a criticar un aspecto que me ha disgustado en extremo. 

Una vez hubo acabado la carrera de adultos (10 km), volví a mi domicilio en la calle Curros Enríquez, donde me detuve para contemplar la carrera escolar (4,7 km) que en ese momento se estaba llevando a cabo. Mi sorpresa fue que no pude aguantar más de dos minutos dicho “espectáculo”. En ese tiempo pude ver el siguiente panorama: adolescentes caminando con su dorsal bien colocado, con su ropa deportiva, mientras charlaban tranquilamente entre ellos. (Destaco el término “caminando”). No faltaron, por supuesto, los que iban mirando el teléfono móvil o enseñándose las pantallas entre ellos. En definitiva, no existía ninguna intención de disfrutar de la carrera -ni siquiera parecían ser conscientes de que se trataba de una carrera-, sino que iban haciendo el recorrido con total desgana y desinterés. Esta actitud, ya reprochable en sí misma, implica un absoluto desprecio por el esfuerzo que constituye esta carrera, pues bien, un gasto económico de infraestructuras y vigilancia policial, una incomodidad para los peatones y conductores dado el corte de las calles, un estorbo para los participantes que, efectivamente, desean hacer la carrera. 

¿Qué es lo que impulsa a un grupo de adolescentes a apuntarse a una carrera que no quieren hacer? ¿Qué les incita a vestirse como corredores, engancharse su dorsal, para después ir caminando mientras miran el móvil? Desconozco si todos ellos actuaban así por el mismo motivo, pero tengo entendido que en algunos colegios e institutos regalan cierta puntuación en la nota final por correr en la San Martiño. Me imagino al chaval acordándose de su profesor mientras se ata las deportivas y sus padres le apremian porque ya va a empezar la carrera. “Y no te olvides el dorsal”. ¿El dorsal? Mejor el móvil, bien cargado, porque menuda mañana de domingo le espera, cuando él quería estar en la cama echándole un vistazo a Instagram.