Cartas al director

Acabad con los estigmas

¿Se imagina usted a alguien diciéndole a un enfermo de cáncer que no lo está porque sale a caminar o porque conserva su cabello a pesar de la quimioterapia? Diría que es casi impensable que nadie se atreva a juzgar la salud de otro por cómo luce o por cómo lo cuenta a los demás, pero lamentablemente esto es lo que tenemos que sufrir aquellos que padecemos o hemos padecido en algún momento algún trastorno mental: los malditos estigmas.

“Si te quisieras suicidar no lo dirías”, “si tuvieras depresión no saldrías de la cama”, “eso no es ansiedad, es que estás nervioso”… Con frases como esta tiene que lidiar una persona que sufre y que está librando una batalla que es brutalmente dolorosa. No se me ocurre otra enfermedad en la que el enfermo deba demostrar que lo está y se minusvalore su dolor si trata de exteriorizarlo, de pedir ayuda o de luchar con todas sus fuerzas. Vaya, lo que se supone que debe hacer para curarse. 

Hace casi tres meses tuve la desgracia de sufrir el suicidio de un amigo, que no solo lo había avisado, sino que lo había hecho públicamente en sus redes sociales, varias veces. Y no puedo evitar preguntarme, ¿y si nos limitáramos a apoyar a aquellos que nos importan cuando están enfermos en lugar de juzgar su comportamiento como si éste fuera indicador de su salud? Tal vez en un mundo sin estigmas, él habría encontrado la ayuda que pedía a gritos y seguiría vivo. 

Va por ti, Mati.