Opinión

Año nuevo con mascarilla

La Organización Mundial de la Salud sigue con mucha atención la evolución de la crisis sanitaria desatada en China provocada por el coronavirus  Wuhan 2019-nCOV, una nueva denominación a añadir a otras conocidas como el H1N1 y a acrónimos como SARS o MERS utilizados en otras ocasiones para denominar síndromes respiratorios agudos, según su lugar de procedencia, que causan temor hasta que se conoce el origen de la infección y las autoridades sanitarias mundiales dan por controlada la epidemia antes de que se convierta en una pandemia que afecte a numerosos países.

En esta ocasión, China, el origen de la neumonía, ha actuado con rapidez, ha sido menos oscurantista que en otras ocasiones, ha puesto de inmediato a sus mejores especialistas a trabajar en los estudios para determinar el origen del virus que ha mutado para contagiar a los humanos y ha adoptado rígidas medidas de control de los movimientos de la población para evitar la expansión del virus, que ya está presente en la mayoría de las regiones del país. 

Las autoridades chinas han adoptado las medidas en un momento sumamente delicado, cuando se producen en un corto espacio de tiempo más de 3.000 millones de desplazamientos interiores para la celebración de Nuevo Año chino, que dio comienzo ayer. Numerosas ciudades, entre ellas Pekín, han restringido o suspendido los festejos más tradicionales en los que participan miles de personas, y de forma paralela en otras ciudades se han adoptado las mismas decisiones y se han cerrado cines, parques y lugres donde es habitual la concentración de la población. La mascarilla es el complemento indispensable de quienes salen a las calles. 

Wuhan, la capital de la provincia de Hubei, de donde procede el coronavirus, tiene implantada la cuarentena, lo mismo que otras ciudades colindantes, por lo que más de veinte millones de sus habitantes no pueden salir de ellas y se recomienda que tampoco lo hagan de sus casas.

Por el momento la OMS ha decidido no decretar la emergencia internacional a pesar de que ya se han detectado casos del coronavirus de Wuhan en siete países, que ya han establecido controles  sanitarios sobre las personas procedentes de China.  El organismo internacional considera que los casos registrados fuera del país asiático todavía no son relevantes cuantitativamente como para dar la alarma. Pero la situación es cambiante por momentos.

Las autoridades chinas actualizan las cifras de infectados y fallecidos a causa del brote de neumonía con frecuencia y su crecimiento es exponencial porque todavía se está en el periodo de incubación del virus, antes de que se comenzaran a tomar medidas para limitar la expansión de la epidemia.

Pese a que todavía el origen del patógeno es desconocido, las autoridades chinas creen que se trata de un virus que suele encontrarse en los murciélagos y que podría haberse contagiado a los humanos a través de un animal intermedio, de serpientes que sirven de alimento.

Los científicos del país y no solo ellos trabajan ya en la elaboración de una vacuna que pudiera resultar eficaz para el tratamiento de la infección con el “2019 nCOV”, pero se trata de procesos muy largos para la inmediatez de la epidemia, aunque se tiene confianza en que los avances realizados con las investigaciones sobre otros brotes similares, como el SARS, puedan producir avances con mayor rapidez. 

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