Hablar de la democratización del conocimiento en la llamada sociedad de la información actual, obliga a reconocer el papel fundamental que tienen las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Una difusión universal del conocimiento sería imposible sin la llegada de Internet. Su irrupción supuso un cambio revolucionario. El potencial disruptivo de este hecho se ha debido a la naturaleza de esta red, descentralizada, horizontal, con posibilidad de masificar la información donde se distingue con dificultad quienes son los productores y quienes los consumidores. Tenemos acceso al contenido proporcionado por los otros, y al mismo tiempo podemos enriquecerlo con nuestras aportaciones.
Sabemos que el desarrollo y el progreso de las generaciones están ligados a una participación activa de la gente en la toma de decisiones públicas. Esto pasa por que la sociedad tenga un acceso libre a la información y al conocimiento para que puedan fundamentar lo mejor posible sus opiniones y decisiones. El “Informe digital de 2018” reveló que ya se ha superado la barrera de los 4.000 millones de personas conectadas, lo que supone más de la mitad de la población mundial.
Para garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, el uso de Internet es fundamental. Es una herramienta cuyo uso no se puede dilatar por más tiempo, según la voluntad de un alcalde Es una puerta abierta para avanzar en el acceso universal al conocimiento. Sin embargo, estos beneficios no están garantizados a todos. Internet se convierte posiblemente, en un instrumento para profundizar en las desigualdades sociales.
