Opinión

La papelera y la multa

Las farolas han permitido ganar muchas alcaldías, sobre todo en el rural. Con un punto de luz se iluminaban voluntades y se garantizaba la cosecha electoral, aunque a veces se tratase de un servicio prescindible en un camino por el que sólo transitaba el ganado. Pero si un vecino contaba con farola, a veces dentro de su propiedad privada según el grado de compadreo con el regidor, el otro no quería ser menos. Y a mediados de los años 80 en Galicia casi te podías desplazar de un pueblo a otro sin prender los faros del coche. El alumbrado público sacudió el miedo a caminar de noche e hizo desaparecer de un fogonazo la Santa Compaña de las 'corredoiras'. Que una tierra productora de electricidad estuviese bien iluminada, a pesar de la dispersión de sus núcleos de población, era un asunto de justicia social. 

Entre las reivindicaciones vecinales o las promesas de los candidatos, las papeleras nunca tuvieron un gran protagonismo en un tiempo en el que proliferaban los vertederos incontrolados. Con el paso de los años y la conciencia medioambiental, hoy parecería impensable que a alguien se le ocurriese abandonar un frigorífico, una lavadora, una televisión o cualquier electrodoméstico en un monte que pille a mano, pero da la impresión de que las papeleras no van con nosotros. La Concellería de Limpeza de O Barco, municipio que gobierna el socialista Alfredo García, ha decidido multar con 100 euros a los vecinos que arrojen un papel al suelo. La ordenanza, que está en fase de exposición pública, puede tener un coste electoral, pero tendría que ser obligatoria en todos los concellos de Galicia. Alfredo García puede trasladar la iniciativa a sus colegas en calidad de presidente de la Federacón Galega de Municipios e Provincias (Fegamp) y, aunque no se la compren, al menos tendríamos un mapa real de civismo. 

Para que nadie pueda mosquearse por el rejonazo, porque en algunos lugares resulta más complicado encontrar una papelera para depositar una colilla que un bar en el que comprar tabaco, también sería necesario que la carencia de contenedores no se pueda utilizar de disculpa ante la marranada. Decidir la ubicación no es una tarea complicada. En el sitio donde alumbra una farola tiene que haber una papelera. 

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