Cartas al director

No es país para peatones

En los últimos tiempos una variedad cada vez mayor de vehículos nos brinda a los peatones de Ourense la posibilidad de vivir experiencias únicas en nuestros desplazamientos por la ciudad. 

Hay que agradecerles que vengan a romper la monotonía en la que estábamos instalados; los coches que invaden aceras, pasos de cebra y zonas peatonales ya empezaban a convertirse en una rutina aburrida y sin ningún aliciente. 

Por fin caminar se ha convertido en una experiencia intensa, enriquecida con un montón de emociones y vivencias diferentes:

- Esas bicicletas silenciosas, que se acercan por detrás y nos permiten sentir el vibrante sobresalto de su presencia cuando el pedal pasa rozando nuestras rodillas.

- Esa experiencia tan cañera de esquivar las motos de reparto.

- La aventura extrema de disfrutar de las tablas de skateboard, que avanzan con sus cantos afilados a la altura de nuestros tobillos.

- Y, afortunadamente, los patinetes eléctricos, que abundan cada vez más y circulan a mayor velocidad. Además, su continuidad está garantizada: no hay más que ver a la cantidad de niños que usan esos artefactos mientras los viandantes se apartan respetuosamente para cederles el paso ¡La cara de esos padres que miran embelesados a su hijo en patinete irradia felicidad! Además, qué bien le viene a esos chavales que nadie les reprenda... sin duda se convertirán en unos ciudadanos de provecho el día de mañana.

Es el momento de rendir un homenaje a todos los usuarios de esos artefactos, que proporcionan a sus conciudadanos unos momentos únicos durante sus paseos. 

Y también un reconocimiento especial a las autoridades locales por su pasividad en el mantenimiento de estos hábitos tan cívicos. Gracias a su complicidad, estas prácticas proliferan cada vez más,  para disfrute de todos los que nos gusta desplazarnos a pie.

Debemos congratularnos de que Ourense sea una ciudad de vanguardia y permita a todos esos vehículos circular entre los peatones. Afortunadamente no estamos en una ciudad  atrasada, como Madrid, donde les obligan a circular por la calzada. 

Nuestra ciudad sigue fiel a su particular cultura de respeto al peatón. Este rasgo tan marcado de nuestra identidad es un bien a proteger. Gracias a esto, Ourense por fin es líder en algo: ocupamos los primeros puestos en el ranking de atropellos.

Esperemos que no surja un partido político que decida ejercer esa facultad tan anticuada (autoridad, creo que se llamaba) para garantizar el civismo y el respeto; sería una pena terminar con este estilo de vida tan “ouren(in)sano”.