Fernando Vieira, director del aeropuerto de Oporto (que le arrebata a los de Galicia un tráfico anual de 400.000 viajeros al año), dice que los aeropuertos han de sacar partido mutuo, entenderse y nunca pelearse. 'Si tenemos una visión tan pequeña vamos a perder todos'. Esa visión enana del negocio y de Galicia, eso que se conoce como localismo y que los políticos exaltan o denostan según su conveniencia, ha empobrecido los aeropuertos gallegos a pesar de haberles dedicado ingentes inversiones. Algo parecido ocurre con nuestra educación superior, asfixiada por la financiación y con tres universidades y siete campus peleándose entre sí, en lugar de complementarse y especializarse. Es fácil echar la culpa a los localismos, pero los localismos no son más que la herramienta que los territorios han empuñado para protegerse de la incapacidad de los políticos de desarrollar una estrategia territorial equilibrada, cohesionadora y no discriminatoria. Esa es la raíz de los localismos: la incompetencia política. Otra vez
