No hay cifra de desempleo, por mala que sea, que no se pueda maquillar de forma favorecedora para los intereses de los gestores políticos de turno. Así vemos cómo el incremento del paro registrado que se produjo en septiembre, después de seis meses de ligera caída, es, según la interpretación del Gobierno, el menor incremento que se produce en el mes de septiembre desde el año 2007. Y se hubiese remontado hasta el año 1907 para conseguir un hito numérico que le sirviese para convertir un mal dato en un brote verde. A estas alturas, tratar de dulcificar un nuevo aumento del desempleo es un ejercicio de autoayuda preñado de patetismo. Con cinco años de crisis a nuetras espaldas, no existe un aumento de parados, por maquillado que se nos presente, que no tenga un efecto fatal sobre las castigadas familias españolas. Esa es la cruda realidad.
