Decía ayer un ex alto cargo autonómico que el drama que está viviendo esta sociedad reside en que los políticos han dimitido de su misión fundamental: la solución de los problemas de los ciudadanos. Dicho por un ex político suena a demagogia y más ahora que la crisis ha convertido la gestión de lo público en un ejercicio de enrevesada complejidad. Pero lo cierto es que la política, en el gobierno y en la oposición, se ha empeñado en caminar por los estercoleros. Quienes gobiernan están obsesionados por sobrevivir a esta tormenta perfecta, para perpetuarse. Quienes aspiran a gobernar aplican toda su energía en el desgaste de los representantes públicos, para gobernar. Sin más pretensiones. La solución de los problemas ciudadanos es para unos y para otros una cuestión secundaria. Eso es lo que perciben los ciudadanos. Ese es el drama. Un día tras otro nos conducen a la oscuridad de la ciénaga y no a la salida del túnel.
