Opinión

Pedimos tan poco

Después de un lustro (nada menos que cinco años, vecino) abofeteados a diario y salvajemente por la crisis, ya casi no nos queda nada de aquellos aires de modernos ciudadanos de la modernísima UE que nos gastábamos. En el 2008 comenzamos a caminar hacia atrás, primero con resistencia, luego con resignación. Los más optimistas han idealizado esta dramática regresión y construido la teoría de que en realidad lo que hacemos es volver sobre nuestros paso para tomar impulso y, así que empiece el 2014, salir hacia adelante con la propulsión de un cohete. Consuélese usted también si quiere. A estas alturas nos conformamos con muy poco. No queda nada de aquella ciudadanía que ponía el grito en el cielo cuando veía asomar una brizna de maleza en el jardín del barrio; que levantaba la voz cuando el asfalto de su calle insinuaba o que enviaba una carta al director cuando la concesionaria de la basura retrasaba la recogida 20 minutos y 15 segundos. A estas alturas, lo único que pedimos (como bien dice hoy el alcalde de Arnoia) es trabajo. Sólo eso.

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