Opinión

Ribeira Sacra olímpica

Una vez resuelta la candidatura de Madrid para acoger unas olimpiadas, con un tercer y estrepitoso fracaso, es hora de volcarse con un nuevo sueño. Esta vez, conviene apostar sobre seguro. No está este país ni para nuevas frustraciones ni para gastos estúpidos. A estas alturas hemos tirado por la borda cerca de 10.000 millones de euros (entre infraestructuras y promoción) sin organizar nada, cuando Londres se gastó 12.000 millones en sus olimpiadas de 2012. Olvidémonos de Madrid. Y de Barcelona. Volquémonos en Ourense, olvidemos las olimpiadas y trabajemos para que la Ribeira Sacra sea declarada patrimonio de la humanidad. Todo son ventajas. No hay que construir infraestructuras, no hay que tocar nada. Todo está hecho y salta a la vista su grandiosidad. No es una utopía soñar con que la Unesco ponga en su mapa ese tesoro de la Galicia interior. Es un sueño modesto y barato.

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