Opinión

La extrema derecha, al asalto de Europa

Apocos días de las elecciones europeas que se celebrarán entre el 6 y 9 de junio, la mayoría de los sondeos dan una tendencia al alza de los partidos de extrema derecha. Cuando creíamos que las cenizas del fascismo y del nazismo estaban sepultadas entre los escombros nauseabundos de la historia, vemos como resucitan las viejas fanfarrias de los nacionalismos populistas, el masculinismo montaraz, el rechazo al diferente, al extranjero, la negación del cambio climático, incluso se opusieron a las vacunas en tiempos de pandemia, hablan de los eternos valores europeos, pero son euroescépticos. Se declaran devotos de los delirios bárbaros que ensangrentaron una época cuyos cadáveres están todavía calientes. Estos extremistas manipulan con auroras boreales las oscuras noches del pasado.

La cultura europea, la de los valores humanos, la del feminismo y de la acogida al diferente y al perseguido debe ser la gran apuesta de nuestro tiempo. El arco iris de la modernidad es la variedad. El macizo ideológico de la extrema derecha es variado según los países, aunque hay algunos temas que les sirven de eje de unión, si tuviera que enumerar el más importante y el que despierta los debates más apasionados diría que son los temas migratorios y especialmente si tienen un componente religioso como es el caso de los musulmanes que reciben un doble rechazo. Hemos visto en varios países y concretamente en España un fervoroso empeño en identificar emigración con delincuencia e inseguridad, retorciendo las cifras de los delitos y la identidad de los delincuentes para probar esta tesis. 

Hasta ahora el Partido Popular europeo de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, mantenía una cierta distancia con el grupo de los ultraderechistas, a la vista de la posibilidad de que aumenten su número y su peso político en el nuevo parlamento que salga de las urnas el día 9 ha manifestado su disposición a una colaboración, nunca una alianza con los ultraderechistas del grupo ECR, considerados críticos reformistas. La primera ministra italiana, Giorgia Melloni, es la que encabeza este grupo y se ha manifestado dispuesta a participar y apoyar las negociaciones con los países de tránsito de emigrantes como Egipto y Túnez.

En la diversidad de los dirigentes derechistas podemos citar al húngaro Orbán, un fabulador, sueña con viejos imperios húngaros que hace tiempo se perdieron en el río turbulento de la historia. Una de las estridencias de Orbán en el concierto europeo es que apoya la invasión de Ucrania por parte de Rusia como si formara parte de una lógica metafísica. Orban se manifiesta mucho mas cerca de Moscú que de Bruselas. Es verdad que Orbán es el caso más sonoro de los que apoyan a Rusia, pero en el pelotón de los países con veleidades extremistas son bastantes los que admiran la autocracia populista de Putin. 

La guerra de Putin contra Ucrania es posible que sea el asunto que más divide a las extremas derechas actualmente. Veremos lo que ocurre después de las elecciones del 9 de junio. Es posible que se tengan que tejer nuevas alianzas. Es posible que muchos euroescépticos hasta ahora, se conviertan en euro compatibles. Veremos lo que sucede dentro de pocas semanas.

Al tapiz cromático de la extrema derecha está volviendo con fuerza el masculinismo. No es nada nuevo, forma parte esencial de un pensamiento reaccionario de origen secular que se enfrenta a todos los movimientos feministas y que actualmente se apoya en una crisis de la masculinidad. Sustantivamente defienden la desigualdad en las relaciones de hombres y mujeres, lo contrario de los movimientos feministas que apuestan por la igualdad entre los dos sexos.

La confrontación de sexos se ha radicalizado desde hace seis años cuando apareció con una fuerza muy vital el movimiento “metoo” y vemos como las mujeres tienen cada vez más presencia en los escenarios de la historia de los que habían estado secularmente ausentes. Este hecho está propiciando que los jóvenes de la llamada generación Z mantengan posiciones dispares e incluso enfrentadas. Las chicas por lo general se apuntan a las tesis igualitarias y progresistas, mientras los chicos lo hacen al viejo pensamiento de la desigualdad.

La palabra masculinismo apareció en el debate público hace mas de veinte años para enfrentarse a los movimientos feministas y a la presencia ascendente de las mujeres en los diversos círculos de poder, ocupando puestos que creían destinados al hombre por su propia naturaleza. Este movimiento masculinizante habla de la victimización del hombre y declara que las feministas han ido demasiado lejos y que es necesario un nuevo reequilibrio.

La historia del antifeminismo es antigua, existía ya muchos siglos antes de que apareciera el feminismo y así como el termino feminismo está asimilado y aceptado por la sociedad, no ocurre lo mismo con el masculinismo. Algunos lo encuadran dentro de los neologismos y le atribuyen diversos significados, algunos de ellos contradictorios.

La extrema derecha utiliza esta guerra de sexos como arma política. Niega el machismo violento y no reconoce las víctimas de la violencia de género, lo disfraza como violencia familiar. En la literatura romántica de los siglos XVIII y XIX se describen con frecuencia escenas en las que queda evidente el dominio de las mujeres sobre los hombres. En la Roma clásica, Catón el Viejo cuenta una manifestación de mujeres reclamando el derecho a poder conducir carros de caballos.

Afortunadamente, los movimientos feministas han conseguido derribar las barreras de viejos estereotipos. Incluso en los últimos tiempos hemos visto como las mujeres entraban en un recinto que rezumaba testosterona como es el mundo del fútbol. Ahora vemos como ellas tienen una elegante habilidad para este deporte.

Para un acercamiento al mosaico ideológico del futuro Parlamento Europeo después de las elecciones, el camino más fácil es conocer los postulados básicos del pensamiento político de los cabezas de lista que lideran los distintos grupos ultras de los países europeos. La cabeza de lista del partido ultra polaco PIS (Derecho y Justicia) que hace pocos meses perdió el poder, será Beata Szydlo, defensora del soberanismo polaco, antiabortista militante, enemiga confesa del pacto verde europeo, contraria a la emigración, xenófoba. 

Por el partido AfD alemán, el cabeza de lista será Maximilian Krah, un tipo duro o de eso presume. Odia que le califiquen de gentil, educado, dulce o suave, pero lo que no soporta es que le encuadren en la derecha porque, para él, los verdaderos hombres son de derechas y tienen ideales, el más significativo de todos es que sean profundamente patriotas. Se opuso de manera frontal y activa a las políticas de acogida de Ángela Merkel. Es un sólido racista, de ahí el desprecio por los no alemanes. Hay varios capítulos turbios en su biografía, a uno de sus asistentes le encausaron por presunto espionaje a favor de China. 

La lista europea de la Liga Norte de Mateo Salvini es el general Roberto Vonazcci, de 55 años. Le adornan los extremismos más radicales que adornan a la extrema derecha. Es xenofobo, racista, homófobo, enemigo gritón de los defensores del cambio climático. Sus posiciones extremistas le valieron varias sanciones. Es virulento y violento. Una verdadera joya este general sin pelos en la lengua. Para él Mussolini fue un gran hombre de estado. 

La lista del partido Vox la encabeza Jorge Buxadé, considerado uno de los ideólogos más notable de nuestra extrema derecha. Sus fervores patrióticos le llevaron a militar en los años juveniles en Falange Española y de las Jons. Antiabortista radical y también radicalmente opuesto a los matrimonios del mismo sexo, mantiene posturas escépticas sobre el cambio climático, sobre las vacunas y sobre Europa es euroescéptico, pero la bestia negra y el blanco de sus iras es el nacionalismo catalán.

Renuncio a seguir escribiendo los nombres que encabezan las listas de otros países por las analogías ideológicas de todos ellos. La siembra de odio es muy semejante, solo que en unos casos se centra en la homofobia y la xenofobia en otros. Si aumentan su presencia en el Parlamento de Estrasburgo como dicen las encuestas significará un cambio profundo en el alma de Europa. Y este cambio no vendrá de la mano de los emigrantes sino del fervoroso patriotismo nacionalista de partidos con los colores y el perfume neofascista.

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