Opinión

Xi Jinping acapara el poder en China

Los símbolos y los ritos forman parte de las liturgias que escenifican el poder en China. Todo se ritualiza. El pasado día 5 se inauguró la sesión anual del Parlamento chino, una fecha importante por dos razones: los 2.448 delegados ratificarán como nuevo primer ministro al fiel devoto de Xi Jinping, Li Quiang, que sustituye en el puesto a Li Keqiang que ocupó el cargo durante los últimos once años. Dentro de unos días, Xi Jinping será nombrado de nuevo presidente de la Republica.

        La escenificación de los cambios, en la cúpula del poder, tienen lugar en la inmensa sala del palacio de la Asamblea del pueblo, en la plaza de Tiananmen de Pekín, al lado de la Ciudad Prohibida. Todo muy espectacular, los gestos y atuendos minuciosamente calculados. Los últimos días, el primer ministro saliente, Li Keqiang se despidió efusivamente de los equipos gubernamentales, pero la prensa china no reflejó los sentimientos de Li a la hora de despedirse del poder. En los pasillos de las confidencias se decía que las relaciones del primer ministro saliente y el todopoderoso Xi, no eran buenas. Lo mantenía como numero dos del partido porque le había sido impuesto por sus predecesores, pero había llegado la hora de hacerse con el poder absoluto y la aprovechó.

El primer ministro saliente fue el encargado de hacer el informe de la actividad política. Ya sin el carisma del poder, lo hizo din entusiasmo y los delegados lo siguieron con indiferencia. Mientras Li Keqiang hablaba se vio como Xi Jinping hablaba con su compañero de asiento, el presidente del comité permanente de la Asamblea, Li Zhanshu . El orador se dio cuenta y se limitó a cumplir el encargo con sobriedad. Sabía que no iba a cosechar grandes aplausos porque los aplausos sonarían como nota discordante a los oídos de Xi. Empleó cincuenta minutos para analizar los principales acontecimientos de 2022 y las prioridades para 2023. Fijó el crecimiento de 2023 en un 5%, una cifra muy poco ambiciosa. Elevó el gasto militar a un 7´2% para llegar a un presupuesto de 1555 yuanes (unos 211 mil millones de dólares). Una cifra bastante inferior a la de los Estados Unidos.

La parte del discurso en el que puso más énfasis fue al referirse aTaiwan. Dijo: “Trabajaremos por la reunificación de la patria, promoveremos el desarrollo pacífico de las relaciones entre las dos riberas del estrecho y haremos avanzar el proceso de reunificación pacífica de la patria.”

El primer ministro saliente dejó flotando sobra la gran sala un cuadro bastante sombrío sobre el futuro del país. Las incertidumbres mundiales aumentan, la inflación resulta inquietante a lo  largo y ancho del universo, el paro aumenta, la vivienda es escasa, la corrupción se multiplica y para colmo suenan en el horizonte tambores de guerra. No cabe duda qué tanto Xi como su primer ministro tienen muchos problemas que afrontar y resolver.

 El nuevo primer ministro, Li Qiang. De 63 años es un hombre de Xi Jinping e hizo su brillante carrera a su sombra. A pesar de que su trayectoria tuvo una fuerte orientación empresarial con vistas a la innovación y al crecimiento económico, apostando por las empresas privadas, en contra del pensamiento de Xi que apoya de una manera decidida las empresas públicas.   Xi, siempre ha dejado muy claro que el Partido Comunista debe controlar los sectores clave de la economía, o sea, las finanzas y las tecnologías. En este sentido, las instrucciones del XX Congreso de Partido Comunista chino fueron muy claras. El Partido Comunista debe ejercer un liderazgo pleno sobre las empresas privadas, aunque dentro del Estado. 

En los años 90, cuando Xi llegó a los más altos escalones del poder, los máximos dirigentes trataban de llevar a cabo una separación, al menos, formal del Partido y del Estado. Desde el año 2013, Xi viene haciendo exactamente lo contrario. En el nombre de una eficacia más efectiva ha hecho múltiples reformas para fortalecer el Partido Comunista en detrimento del Estado.

Estos días la prensa china, apenas prestó atención al discurso del primer ministro saliente, en cambio prodiga un diluvio de alabanzas considerando a Xi como el faro que ilumina “la democracia con características chinas.” En pocos años, Xi Jinping ha impuesto su voluntad y su ambición en todos los asuntos y problemas,  ha recentralizado el poder en los órganos del Partido Comunista y todo el país se ha convertido en el culto extravagante a su personalidad. Hay que remontarse a los días más gloriosos de Mao para ver algo semejante. Los medios informativos celebran con grandes loas la claridad política de Xi como gobernante. Los teléfonos móviles de los 88 millones de militantes con que cuenta el Partido Comunista tienen una aplicación a través de la cual les llegan las consignas y los pensamientos del nuevo “gran Timonel”. Xi disfruta ejerciendo un poder sin límites. Quiere convertir China en el epicentro de la geopolítica internacional. Para definir su proyección internacional ha nombrado a Qin Gang como nuevo ministro de asuntos exteriores. Tiene 56 años y ha sido embajador en los Estados Unidos. Para poder vencer a un enemigo el primer paso que hay que dar es conocerlo, sostiene en una de sus máximas. En una conferencia de prensa que acaba de dar en Pekín ante los medios internacionales, dejo muy claros los puntos de la política exterior fijados por Xi: Conseguir integrar Taiwan en la republica China es un objetivo irrenunciable, se trata de un asunto interno, por los tanto no permitirán que Estados Unidos metan ahí sus manos si quieren evitar una guerra. Rusia es para Pekín un socio estratégico para construir un mundo mas estable, multipolar y democrático. Consideran a Europa un gran mercado que con viene cuidar. En relación a la guerra de Ucrania, no se atreven a apoyar a Rusia, pero la comprenden, aunque no piensan implicarse, ni apoyar a Moscú enviándoles munición y armamento. Con el fin de lograr un paisaje libre de oponentes, durante los últimos diez los fue marginando a todos acusándolos de corrupción. Son incontable los cadáveres políticos que ha ido dejando a lo largo del camino.

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