Opinión

¡Es la salud, estúpido!

La economía, estúpido (The economy stupid!) fue la frase utilizada durante la campaña de Bill Clinton contra Bush en 1992. Un asesor del presidente, James Carville,  le convenció de  que enfocara la campaña electoral en los problemas cotidianos de los ciudadanos y , así, no se debía olvidar del sistema de salud. 

No cabe duda de que en España, a partir del año 2012, se tomaron por los gobiernos del Partido Popular medidas que afectaron a las prestaciones y servicios de nuestra Sanidad, los conocidos "recortes".  Unas restricciones presupuestarias que, como era de prever, supusieron una peor y más limitada asistencia sanitaria de la población. Ahora que nuestro país, junto con Italia, se sitúa como el núcleo de la pandemia de COVID-19, hay que recordar que Rajoy,  afrontando con éxito la economía, sin embargo maltrató a la sanidad pública. 

No obstante, se repite una y otra vez que contamos con el mejor sistema de salud del mundo. Un sistema que desde la aparición del coronavirus concentró  sus esfuerzos en medidas aisladas -fuera diagnosticar casos, fuera hacer el seguimiento de los familiares o sea imponer medidas de separación entre personas-, cuando, según la OMS,  hubiera sido necesario haberlo hecho desde el principio, todo a la vez, incluyendo el aislamiento de las personas contaminadas, la puesta en cuarentena de sus contactos cercanos y el tratamiento de los casos graves.

 ¿Cada establecimiento de salud español está preparado para atender numerosos pacientes al tiempo que garantiza la protección de sus trabajadores? Los hechos responden  por si solos  a esta pregunta. El presidente Sánchez nos ha dicho que tenemos que prepararnos para lo peor, que está por llegar. Pero no nos ha asegurado que iba a priorizar, sin ambages, los medios de la sanidad pública sobre la economía. Porque la trayectoria de la epidemia depende muchísimo de las acciones que se lleven a cabo desde las administraciones públicas.

A nada contribuye la divulgación de las inevitables faltas de coordinación y celeridad en la gestión. Porque tampoco es el tiempo de la política, de la política partidaria que es la que desgraciadamente se ha terminado imponiendo. No seamos estúpidos, es el tiempo absoluto de la salud.

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