Opinión

UN AVIÓN LLAMADO ESPAÑA

El otro día le hoy decir a un analista económico que España es como un avión con cuatro motores que han ido fallando: el primero, el empleo; el segundo, el consumo; el tercero, la financiación, y el cuarto, la inversión pública. Creo que tiene razón, aunque yo añadiría por mi cuenta y riesgo que es un avión de hélices (con posibilidad de planear) porque así podré describir después la situación.


Partiendo de la aseveración de este analista describiré lo que, a mi entender, ocurrió, lo que ocurre y lo que sucederá con la economía española. Lo que ocurrió fue que ese avión de hélices que cruzaba los océanos del mundo, llevaba años volando con los cuatro motores funcionando y con un peso cada vez mayor, porque no solo había más pasajeros en cada vuelo, sino que además la carga de las empresas, las familias y el Estado aumentaba. Las diversas tripulaciones sabían que aumentar la carga constantemente era muy peligroso porque se superaba el límite permitido, pero para ellos lo importante era llegar, como fuera, a destino (ganar las elecciones).


El caso es que en uno de estos vuelos empezó a fallar un motor, el del empleo, que ha visto reducida su potencia poco a poco, hasta llegar a dejar de funcionar en un 27,2% de su capacidad. Durante el vuelo ha fallado el segundo motor, cuando el consumo de las familias se ha reducido alarmantemente como consecuencia de la falta de empleo, el aumento del IVA y la reducción de salarios. Al mismo tiempo falló el tercer motor, el de la financiación, que añade más peso al avión y le dificulta extraordinariamente que pueda levantar vuelo. Y cuando el avión está en pleno vuelo con tres motores que fallan, desde la torre de control (Alemania) llaman a la tripulación y les ordenan reducir la fuerza del cuarto motor (la inversión pública) porque hay que reducir el déficit. La tripulación trata de explicar a la torre de control que reducir la potencia del cuarto motor es peligrosísimo porque los otros tres motores están fallando, pero el caso es que la torre no atiende a razones y ordena reducirlo. La tripulación acata la orden y reduce la potencia del cuarto motor (a pesar de ello el objetivo de déficit no se ha cumplido).


El avión está ahora en medio del océano, no tiene ya potencia para remontar el vuelo a la altura necesaria que permita una velocidad de crucero adecuada. Ante esta falta de potencia de los motores y el consumo cada vez más elevado de combustible, las posibilidades de que el avión no sea capaz de llegar a su destino aumentan, así que la tripulación toma dos medidas arriesgadas. La primera es soltar lastre como sea (eliminar todo el sobrepeso del avión que sea posible). A pesar de ello el avión no remonta porque los motores han entrado en un círculo diabólico. La segunda decisión se deriva de la anterior y del hecho de que el avión sea de hélices: la tripulación decide buscar en medio del océano zonas con corrientes de aire que empujen el avión desde la cola, con la esperanza de que al pesar menos y si las corrientes son potentes, el avión levante vuelo poco a poco, alcance la velocidad adecuada y llegue al aeropuerto con todos los pasajeros sanos y salvos.


Esta es a mi manera de entender la situación de España, donde todo parece depender de que el avión esté en las condiciones adecuadas para aprovechar los vientos favorables y potentes cuando estos aparezcan. Me preguntaron el otro día como se rompe el círculo diabólico de los cuatro motores fallando al mismo tiempo. Pues cuando cojamos corrientes favorables, aunque estás tendrán que ser sostenidas en el tiempo y potentes porque el avión ha bajado a una altura peligrosa. En definitiva, todo depende del viento, como le ocurría a las naves de Cristóbal Colón, aunque al final descubrió América y España inició su época de oro.

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