Decía Ortega y Gasset (España Invertebrada, 1921) que España era el problema y Europa la solución. Claro que eso lo dijo hace 91 años. En 1982 España se integró en la Unión Europea como socio de pleno derecho, y posteriormente en el euro. Sin embargo, ahora España sufre una de las crisis económicas más duras de su historia, lo cual plantea últimamente la pregunta de si Europa es la causa de nuestros problemas. Para resolver este dilema primero es necesario aclarar los que tiene nuestro país y, además, quién no es el responsable de los mismos. A mi entender, España tiene tres graves problemas económicos: la deuda privada de los ciudadanos, el déficit público y la burbuja inmobiliaria (como consecuencia de todo ello un paro inaceptable). ¿Fue nuestra incorporación a Europa la causa de estos problemas? Veamos.
La deuda privada de los ciudadanos se deriva de haber vivido por encima de nuestras posibilidades y de un endeudamiento con las entidades financieras muy superior a lo razonable. Es cierto que el euro produjo una bajada del tipo de interés hasta niveles nunca conocidos y que ello favorecía la obtención de crédito barato, pero eso, que en sí mismo es bueno, se convirtió en un endeudamiento privado descomunal. ¿Se pudo evitar este endeudamiento? Entiendo que sí, si las propias entidades financieras, o el Banco de España, hubiesen exigido unos requisitos más duros para la concesión de créditos; por ejemplo, que no se pudiera destinar más del 30% de la renta al pago de un crédito (ya que el otro 70% debería destinarse al pago de los gastos ordinarios y al ahorro para prevenir situaciones no deseadas) o bien no financiar más que el 80% del crédito solicitado, exigiendo así que el deudor dispusiese al menos de un 20% de la inversión. Esto no se hizo, y claramente parece que la decisión correspondía a España, no a Europa.
El segundo problema es el déficit público originado entre los años 2004 a 2011, que en palabras del eminente economista Juan Velarde Fuentes (premio Príncipe de Asturias), superó sistemáticamente el límite del 3% del PIB, incluso en dos ocasiones se situó por encima del 9%. Este déficit fue creado por la política económica de España, sin que Europa tenga responsabilidad alguna en ello.
El tercer problema fue la burbuja inmobiliaria, política netamente española y de la que Europa no participó.
Pues bien, está claro que los problemas de España no fueron creados por Europa. Así las cosas, la siguiente cuestión es: ¿como salimos de ésta? Es evidente que lo primero es solucionar los tres problemas que he referido: reducir el endeudamiento privado y el déficit público, y modificar el modelo económico para que se base en el valor añadido de la innovación. Ahora bien, también hay que preguntarse si el haber cedido a Europa la política monetaria y cambiaria nos beneficia o nos perjudica para salir de la crisis. En principio nos perjudica no poder devaluar la moneda; los británicos sí lo pueden hacer. España está aplicando políticas económicas y sociales muy duras, y ello sin haber pedido el famoso rescate, es decir, las aplica porque el Gobierno considera que son imprescindibles, y seguramente es así.
Dicho esto, lo que no puede ser es que los fallos de diseño del euro y la parsimonia (¿interesada?) de la Unión Europea y del Banco Central Europeo (es decir, de Alemania) para tomar soluciones, se conviertan en un problema a mayores de los que ya tenemos, porque si las duras políticas de España no dan resultado y la situación no mejora porque Europa no se mueve o lo hace a paso de tortuga, entonces es legítimo preguntarse si Europa es la solución o un problema. Con la que esta cayendo los españoles nos merecemos otro trato por parte de Europa, porque Europa no puede ser un problema añadido.
Conclusión, la Unión Europea sigue siendo la solución, siempre que actúe con la grandeza y la diligencia de sus fundadores. Si no es así en un plazo prudencial, tal vez la solución para Europa y España esté en el reelegido presidente Barack Obama, pero esto sería reconocer que Europa no funciona.
